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Caso Pegasus

El Catalangate da la oportunidad a ERC de matar dos pájaros de un Pegasus

El espionaje permite a los republicanos poner contra la pared al PSC y acabar con las acusación de Junts de entreguismo a Sánchez

El president Pere Aragonès, a su salida del Congreso de los Diputados, el pasado 21 de abril. DAVID CASTRO

Al lado de lo que supone el Catalangate, en cuanto a vulneración de derechos individuales y colectivos y del mínimo juego limpio exigible en una democracia liberal es obvio que las consecuencias electorales del escándalo son cosa menor. Ni espiados ni espías han movido sus piezas pensando en una rentabilidad ante las urnas. Puede hablarse, por tanto, de una serendipia, un doble efecto positivo (para ERC) no previsto por el que, gracias a Pegasus, consigue poner al PSOE contra la pared y, en paralelo, se sacude el estigma del 'pagafantismo' que tanto aventa Junts. Porque aunque quede mal acordarse de ella, la deriva electoral existe. Siempre.

En lenguaje matemático se puede definir el sistema de partidos catalán como la hegemonía de tres partidos, cogidos de dos en dos. Es decir, no hay una batalla abierta simultánea entre ERC, PSC y Junts, sino que ese triunvirato es el sumando de dos grandes contiendas. La que enfrenta a republicanos y socialistas en la región metropolitana y la que opone a Esquerra con Junts en el 'rere-país'.

Un elemento se repite, ERC, que se halla en todos los fregados, pero la situación de empate técnico revela que, grosso modo, los republicanos no son primeros en ninguna de las dos áreas, pero si segundos en ambas batallas. Una especie de premio a la regularidad, pero que se concibe débil como para sustentar una hegemonía

Pureza o 'realpolitik'

Los republicanos se benefician de que el PSC haya dejado en barbecho su lado más catalanista y de que Junts haga ver que lo metropolitano no existe. En el último ciclo electoral, ERC ganó las municipales y las generales en Catalunya; el PSC, los comicios al Parlament y Junts, las europeas.

Toda opción de crecimiento de Junts, hasta el momento, pasa por comerle la mayor parte de la tostada a ERC en el ‘rere-país’. Y en estas latitudes, granero de voto independentista, se premia la pureza ideológica frente a la ‘realpolitik’. Y, en sentido inverso, ERC pugna por lograr en las coordenadas metropolitanas, mucho más pobladas, el cojín necesario para derrotar a los posconvergentes en el global catalán. Los intereses cruzados son obvios.

Parte del crecimiento de ERC en la región barcelonesa ha ido de la mano de esa ‘realpolitik’ a la que el partido se abrazó en enero de 2018. Más gestión y ser más útiles. Ser 'los que hacen que las cosas pasen'. Ora una investidura, ora unos presupuestos. Y aún más, ser los cancerberos que evitan la entrada de la extrema derecha en los centros de poder. 

La presión a Sánchez evita, según los republicanos, cualquier acusación de "blanquear" al PSOE y cauteriza las acusaciones de 'pagafantismo' del independentismo más irredento

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El icono de ese posibilismo republicano es el apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez a cambio de una mesa de diálogo y negociación sobre el conflicto catalán. Y lo que en principio pareció una buena idea, el paso del tiempo y los nulos avances registrados empezaron a promover dudas internas en los cuadros republicanos. ¿Cómo espolear el diálogo?, ¿Cómo enfilar el final de esta mesa (y sentar las bases de una eventual segunda edición, tras las elecciones generales del 2023), dejando patente que es el Estado el que evita progresos? Y llegó Pegasus.

El jugo del relato

Para ERC, el principal rival electoral es el PSC y entienden que no salir en tromba en cuanto se hizo público el espionaje de los 65 independentistas hubiera supuesto “incluso blanquear a los socialistas, algo que, ni por asomo querríamos ni podríamos hacer”, señala una fuente republicana.

En la partida metropolitana, ERC expone su voluntad de colaborar con Sánchez y trata de hacer evidente que es el PSOE el que evita que se avance en la resolución del conflicto. Y no solo eso, sino que, a raíz del Catalangate, es el partido que espía a sus rivales. En este sentido, cuanto más tiempo siga abierta la crisis, más semanas penda la espada de Damocles sobre, por ejemplo, la ministra de Defensa, Margarita Robles, más jugo sacarán los republicanos a su relato. También en Europa.

Y es que lejos de silbar y mirar hacia otra parte, como mandan los cánones de la 'realpolitik', ha sido el propio president Pere Aragonès el que se ha hecho con el liderazgo de las protestas por el espionaje. Un hueso que no deja. Si en las primeras horas, tras la publicación del informe de The Citizen Lab, se quiso mantener una especie de bicefalia entre Waterloo y el Palau de la Generalitat, un mes después, Aragonès es el promotor en solitario de la táctica de asedio al Gobierno, en busca, primero, de información y transparencia y, en un segundo nivel, de asunción de responsabilidades políticas. 

No blanquear al PSOE

Esta voluntad de no blanquear al PSOE, además, permite a ERC cauterizar la hemorragia que sufre en el ‘rere-país’, donde el discurso del 'pagafantismo', es decir de que Esquerra se presta a sostener a Sánchez sin obtener nada a cambio y siendo, frecuentemente, maltratada por los socialistas, ha cimentado.

"Con Junts nos jugamos una buena bolsa de votos y de alcaldías. Si acogotamos al Gobierno con el Catalangate, ellos se quedan sin espacio, más allá de la queja y la pataleta", reconoce una fuente republicana que insinúa que ERC intenta poco menos que la cuadratura del círculo. Aparecer recios y firmes ante el PSOE, en defensa de los valores democráticos, no salirse del marco del diálogo, es decir, no abandonar la mesa de diálogo y, siempre, dejar a Junts –un partido instalado en el frentismo con el Estado como seña de identidad, algo en que, vista su nueva cúpula y sus primeras decisiones, van a porfiar– en un segundo plano.

ERC intenta la cuadratura del círculo: Mostrar firmeza ante PSOE; no abandonar la mesa de diálogo y, siempre, dejar a Junts –un partido instalado en el frentismo con el Estado– en un segundo plano

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En su discurso de Sant Esteve, cuando en Palau ya tenían bastante claro el alcance del espionaje sufrido por parte del independentismo, Aragonès llamó a pensar en planes b que sirvieran, tanto para presionar al Estado en los meses de vigencia de la mesa de diálogo, como de reacción en cuanto este foro de diálogo feneciera (algo en lo que todos están de acuerdo que pasará, a no más tardar de unos meses). Y reaparece una idea que, ‘sottovoce’, se dijo al inicio de la mesa de diálogo por ambas partes: "No será en una sola legislatura donde se halle una solución al conflicto".

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