Puesta de largo de Alberto Núñez Feijóo para desplegar su plan económico. El líder del PP se ha estrenado ante los empresarios en la XXXVII reunión del Cercle d'Economia en Barcelona y ha desmenuzado su propuesta para contener la inflación con el fin de ganarse a la élite catalana. Una receta dibujada en forma de alternativa de gobierno, desquitándose la etiqueta de jefe de la oposición, y de antídoto a una España donde reina "el conflicto y la trinchera" por las tensiones y disensiones en el seno del Ejecutivo que, a su juicio, obstaculizan la prosperidad económica y contribuyen a una "política ilusoria".

Feijóo puso sobre la mesa su apuesta por racionalizar el gasto superfluo, por bajar el IVA en un 5% en la energía eléctrica y el gas, por ajustar el IRPF a las rentas bajas y por actuar sobre el impuesto de sociedades. Unas enmiendas que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no incluyó en el plan anticrisis.

"Nuestro país está sufriendo inestabilidad política y económica y, en ambos casos, cada vez con mayor virulencia", espetó tras subrayar el rechazo de Sánchez, con más inri después de que el presidente del Cercle, Javier Faus, le hubiera reclamado grandes consensos y "unidad de acción" entre PP y PSOE. Sin embargo, Feijóo se marcho antes de que el jefe del Gobierno llegara al hotel W.

Revulsivo

El dirigente del PP se exhibió como revulsivo a la "decadencia" del procés. "Cataluña necesita hablar menos de política y más de economía; menos de desconectar y más de reconectarse al progreso, al dinamismo que no debió abandonar nunca. Esa es la Catalunya en la que creo, es lo que ofrezco y es en lo que voy a trabajar", espetó, con la mirada puesta en las primeras espadas de la dirección catalana -Alejandro Fernández, Santi Rodríguez, Dolors Montserrat y Manu Reyes- que confían en que su liderazgo les permita reflotar en las urnas.

Con la invasión rusa de Ucrania, apuntó, el procés ha pasado "de ser un instrumento supuestamente liberador a convertirse en una pieza para intentar subordinar las democracias occidentales a una potencia autocrática", ya que Rusia pretende debilitar la Unión Europea y fragmentar estados. Si bien situó la desconexión como un "pésimo negocio" que "sólo genera frustración y parálisis", pidió que la reconexión pase por proyectos como el Corredor Mediterráneo y la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat. "La fuerza de una nacionalidad como la catalana estriba en la admiración y simpatía que suscita fuera de Catalunya", recalcó, una expresión que generó sorpresa entre el público.

Feijóo se esforzó en subrayar su sensibilidad territorial y en marcar distancias con el tono de su predecesor, Pablo Casado. Llegó a bautizar al PP como "autonomista", maniobra que se interpretó como un desmarque de Vox, y defendió que su blindaje del Estado de las Autonomías y la identidad territorial como parte de "una personalidad que no es caprichosa, como algunas mentalidades centralistas afirman". "No la cultivamos por el deseo de hostigar a los demás, sino para preservar una herencia y para contribuir a lo común [...] . No entiendo identidad como forma de rebeldía arbitraria, sino como una forma de reafirmar lo que cada uno es", remachó.

Su esfuerzo por alejarse de la extrema derecha después del pacto en Castilla y León, y a las puertas de unos comicios en Andalucía, lo remató recordando que Vox es una escisión del centroderecha y, por tanto, es a este espacio político al que más perjudica su auge.