La entrevista con Gabriel Rufián (Barcelona, 1982) se produjo el pasado martes, nada más acabar el pleno que aprobó definitivamente a los presupuestos. En el hemiciclo le dijo al presidente, Pedro Sánchez, que serían unas cuentas para dos años, es decir, las últimas de la legislatura. "Y no hay mucho más que decir", añadió. La negociación con el PSOE sobre la ley audiovisual le supusieron un par de noches de insomnio. Tuvo que recurrir a su amistad con Adriana Lastra para desatascarla. Afirma que todo con el Gobierno cuesta mucho.

¿Qué balance hace de las relaciones de ERC con el Gobierno durante este año?

Innecesariamente difíciles. Tenemos la aritmética gubernamental más progresista posible y cosas que parecieran sencillas cuestan terriblemente. El ejemplo es la ley audiovisual. Que el Gobierno no entienda que hay que proteger las producciones en lenguas oficiales y la diversidad lingüística ha sido una frustración enorme. Semana a semana nos cuesta mucho y no nos debería costar tanto.

¿En qué leyes ERC se va a poner muy exigente?

En el primer semestre hay dos grandes banderas que debemos negociar y liderar, la reforma laboral, que ya está enunciada, y la ley mordaza. Este Gobierno no se puede ir de Moncloa sin tocar los aspectos más lesivos de estas dos leyes. Sin embargo, la reforma laboral pinta regular y con la ley mordaza ni se ha intentado.

¿La llegada de Félix Bolaños al Ministerio de Presidencia y Relaciones con las Cortes ha supuesto una mejora?

Con todo cariño y respeto, Carmen Calvo nunca estuvo en el equipo negociador. Bolaños, sí, y eso ha facilitado algunas cosas. Pero nos hemos encontrado a un Bolaños con galones en algunos casos y sin galones en otros. La relación, no obstante, sigue siendo relativamente fluida. Y aquí no estamos porque seamos amigos, sino porque tenemos que tirar hacia adelante una alternativa.

En el debate del pasado martes dijo usted que estos nuevos presupuestos iban a ser para dos años, y añadió: “no hace falta decir mucho más”. ¿Se refería a que ERC va a encarecer el precio de sus apoyos? ¿Está dando un ultimátum?

No nos gusta amenazar a nadie, aunque no lo parezca. No nos gusta ir avisando, pero de vez en cuando tenemos que hacerlo porque si no esta gente cree que el voto de Esquerra, de Bildu, de Más País o de Compromís está garantizado. Nosotros no formamos parte de la coalición, como Unidas Podemos. No nos tenemos que tragar según qué sapos. Queremos reivindicar nuestro papel. Este Gobierno no puede sustentarse siempre en el miedo a la alternativa y muchas veces lo hacen. La conocemos porque la hemos padecido. Ha habido en Cataluña gente en la cárcel y gente en el exilio. No pueden estar siempre apelando a la bicha porque hay un momento en que se pierde el miedo.

¿Funciona ese miedo como pegamento del bloque de la izquierda?

Muchas veces no nos une la estima, sino el pavor a la alternativa. Bastan diez minutos en este Congreso para escuchar a según quién y darse cuenta de que la alternativa es terrible. Pero no podemos (Esquerra) seguir asumiendo una responsabilidad que no nos toca, aunque hemos sido más responsables que el Gobierno en muchas ocasiones.

¿ERC se puede permitir quedarse fuera del acuerdo de la reforma laboral?

Para mí es un orgullo, lo digo con humildad y claridad, formar parte y liderar un bloque de izquierdas periféricas. El soberanismo de izquierdas gallego, el independentismo de izquierdas vasco y nosotros vamos a hacer frente común en esto. Si quien tenga otras aspiraciones personales y políticas, muy legítimas, tiene enfrente a partidos como el BNG, EH Bildu o Esquerra, se va a encontrar un problema. La pregunta, por tanto, no es qué haremos nosotros, sino qué harán ellos. O ellas. Esta reforma vende más humo que realidad, han empezado la casa por el tejado y sólo hay humo de una chimenea muy grande.