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Ejecutivo

Sánchez guarda con celo una posible crisis de gobierno e inquieta a sus ministros

El presidente solo asegura que no es prioritaria una reestructuración de su Gabinete, pero no da más pistas y mantiene en secreto sus movimientos | Una agenda repleta en julio, con dos giras internacionales, a los bálticos y a EEUU, hacen más complicado encajar ahora una remodelación

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera, Carmen Calvo

El Gobierno y el PSOE son ahora mismo un hervidero. Ministros y dirigentes son conscientes de que Pedro Sánchez prepara una remodelación del Gabinete, pero nadie sabe a ciencia cierta cuándo la materializará, ni si comportará una reducción de departamentos, ni qué alcance tendrá finalmente, aunque se espera profunda y que le sirva para dotar de mayor empaque "político" a su equipo. Y esa incertidumbre es la que ha llevado inquietud a los miembros del Ejecutivo, que no saben si podrán continuar con su agenda y proseguir con sus proyectos. La pieza más delicada del tablero, y sobre la que se multiplican las preguntas -sin que hasta ahora haya respuestas-, es la de la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Su permanencia en el Consejo de Ministros no es tan segura como antaño, pero nadie tiene dudas de que es un peso pesado en el círculo del presidente y que su salida, en caso de producirse, sería pactada y más fruto de que ella misma pidiera un reacomodo, algo que en el entorno de la número dos descartan por ahora.

Fue hace un mes cuando varios medios, entre ellos este diario, informaban de que, esta vez sí, Sánchez barajaba una reestructuración profunda de su Gabinete. La noticia saltó mientras regresaba de un viaje oficial a Libia, y la Secretaría de Estado de Comunicación salió al paso de las informaciones sin desmentir en ningún caso que esa posibilidad estaba sobre la mesa y afirmando lo obvio, que cualquier remodelación es una competencia exclusiva del jefe del Ejecutivo. Aquel comunicado de la Moncloa sirvió para imponer el silencio y para acentuar el hermetismo con el que Sánchez, en una materia tan sensible como esta, quiere trabajar. Cuidando al máximo el momento y la forma del anuncio.

Sánchez ha sido inquirido, en ruedas de prensa y en entrevistas, si acometerá una crisis de gobierno. En todo momento ha insistido en que no es su "prioridad", porque tiene por delante culminar el proceso de vacunación -el objetivo del 70% de población inmunizada con pauta completa se cumplirá, si nada se tuerce, a finales de agosto- y asentar la recuperación económica que ya se empieza a atisbar. El pasado jueves, en 'Al rojo vivo' (La Sexta), el periodista Antonio García Ferreras le repreguntó. ¿Si hace crisis de gobierno, habrá menos ministerios? "No está entre mis planes, insisto, el hacerlo. Mi prioridad es otra", despachó, para añadir que, en caso de que decidiera recomponer su Gabinete, tendría que hablarlo con la representante de Unidas PodemosYolanda Díaz, la vicepresidenta tercera.

También el tablero del partido

El líder socialista enfriaba así un movimiento que, no obstante, se da por bastante seguro, aunque cunda la duda de cuándo ocurrirá. Hace semanas, se contemplaba como probable que pudiera materializarse en julio, y la aprobación de los indultos el pasado día 22 parecía apuntar en esa dirección. Es más, hay quienes en Ferraz (y en el Gobierno) entienden que "es mejor" acometer la remodelación "cuanto antes", para acabar con la zozobra interior, aplacar la sensación de interinidad que tienen los ministros y sus equipos y dar un nuevo impulso a la acción del Ejecutivo antes del parón vacacional. Pero ahora la sensación que tienen los dirigentes consultados es que Sánchez podría desplazar la remodelación al otoño, más cerca del 40º Congreso Federal, que se celebrará el 15, 16 y 17 de octubre en Valencia. Y es que el jefe del Gobierno tiene varios tableros con los que jugar: su Gabinete, el partido y tal vez la Cámara baja.

Además, la agenda que Sánchez tiene por delante este mes hace más complicado encajar una maniobra de ese calibre, aunque no se pueda descartar aún por completo. El presidente emprende este martes una gira de tres días por los países bálticos -Estonia, Letonia y Lituania-, de la que regresará a Madrid ya en la noche del jueves. El viernes 9 se entrevista a mediodía con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. El jueves 15 está reservado para el segundo homenaje civil a las víctimas del covid, que presidirá el Rey en el Palacio Real. El martes 20 vuela hacia Estados Unidos, a una visita de carácter económico a Nueva York, Los Ángeles y San Francisco en la que le acompaña la titular de Industria, Reyes Maroto. El 24 estará de vuelta en España. Y para el viernes 30 se prevé que se celebre en Salamanca la Conferencia de Presidentes, centrada en el tramo final del proceso de vacunación y el reparto de los fondos europeos. A finales de agosto podría viajar a Egipto y Kenia. En la semana del 13 de septiembre se reunirá la mesa de diálogo, como acordó con Pere Aragonès el martes pasado.

El mensaje es claro: Sánchez se quiere volcar en su agenda internacional en este mes, una vez cerrada la página de aprobación de los indultos. Además, el Consejo de Ministros remitirá en las próximas semanas a las Cortes dos leyes sociales y de enorme simbolismo: la del 'sí es sí' -el consentimiento de la víctima en las agresiones sexuales- y la ley de memoria democrática. Dos normas con enorme foco por sí mismas y que suceden al anteproyecto de ley LGTBI, visto en primera lectura el pasado martes, antes de las celebraciones del Orgullo.

Sin embargo, con Sánchez nada se puede descartar por completo, y más en una decisión tan discrecional como esta. Podría enfriar para acelerar. O esperar al otoño. En las alturas del partido, incluso entre aquellos con más poder, reconocen la desorientación, mientras que en su círculo en la Moncloa advierten de que la remodelación "no está cerca", apuntando así más al arranque del curso. Pero el líder socialista suele buscar el golpe de efecto, la sorpresa.

Los ministros no saben "nada"

El presidente, como en otras ocasiones, escucha primero a sus dirigentes de confianza. Para escuchar de ellos su parecer. Pero luego "decide él", prácticamente en soledad. Fuentes próximas al jefe del Ejecutivo subrayan que ahora se apoya, como acostumbra, en su círculo más estrecho, que conforman la vicepresidenta primera, Carmen Calvo; la vicesecretaria general del PSOE y portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, y el ministro de Transportes y secretario de Organización del partido, José Luis Ábalos, además de su director de Gabinete, Iván Redondo.

A Sánchez le incomoda que se especule sobre una eventual reestructuración del Gobierno. Y no emite más pistas, lo que hace que se perciba inquietud entre sus ministros, entre los que en las quinielas parecen de salida y los que podrían entrar, según indican fuentes de Ferraz y del Ejecutivo. "Muchos, lógicamente, están muy nerviosos", "están inquietos", "desde que la crisis salió a la luz los ministros están como pavos de Navidad", comentan distintos mandos del Gobierno y del PSOE consultados. Otros incluso dudan de que finalmente la remodelación se lleve a cabo: "¿Por qué hacerlo? Si tienes todo en orden y a la gente tensionada... La gente lo sabe y el presidente hace lo que cree mejor en cada momento. Si lo hace lo hará por eso, no por la inquietud de algunos", sentencia un secretario de Estado. Varios ministros preguntados por este diario aseguran no saber "nada" de los cambios que pueda tener en la cabeza su jefe.

En realidad, todos los nombres están en las quinielas. Pero en todos se ven pros y contras. Una muy señalada es la titular de Exteriores, Arancha González Laya, muy castigada por la crisis con Marruecos pero que, paradójicamente, podría estar blindada porque hacerla caer sería como entregar su cabeza a Rabat. Otro nombre en las cábalas es José Luis Escrivá, el titular de Inclusión, a quien se achaca una menor cintura en las negociaciones, pero a quien Sánchez ha respaldado y de quien depende que el diálogo sobre la reforma de las pensiones llegue a buen puerto. La lista podría continuar. Y todo ello sin que se sepa aún si habrá un recorte de ministerios, que Unidas Podemos rechaza por ahora pero que en todo caso tendría que negociar si esa fuera la voluntad del presidente.

La tramitación de la ley trans

¿Y qué pasará con Calvo? En el partido y en el Gobierno ven complicado su relevo, aunque nada se descarta precisamente por el hermetismo de Sánchez. En el Ejecutivo ven como "fuego amigo" la afirmación de que la vicepresidenta podría quedar fuera. Distintos dirigentes y altos mandos subrayan que ella es un pilar del Ejecutivo, una pieza clave para el presidente, en la que descarga las tareas más comprometidas, como sucedió con la gestión de los indultos.

Calvo perdió el pulso contra Irene Montero en la ley trans -la socialista cargó duramente contra la autodeterminación de género que el anteproyecto sí recoge finalmente, aunque con mayores garantías jurídicas que el borrador inicial-, pero sigue siendo una mujer de la confianza del líder. Fuentes cercanas a la número dos señalan que ella está "por encima de las especulaciones", que algunos creen alentadas por Iván Redondo, con quien está enfrentada.

El entorno próximo a la vicepresidenta recuerda que "solo saldría del Gobierno si se lo pidiera a Pedro por razones personales", que por ahora, apuntan las mismas fuentes, no se dan. En Ferraz añaden que el actual Consejo de Ministros ya tiene poco peso político PSOE -se reduce a Calvo, Ábalos y María Jesús Montero, titular de Hacienda y portavoz-, y por eso mismo resulta complicado ver desplazado a alguno de los tres.

Además, el puesto de la número dos, la vicepresidencia política, por la que pasan todos los asuntos que discute el Consejo y coordinadora de todos los departamentos, es difícil de cubrir. Además, se da por seguro que si Sánchez la sacrificara le daría otro acomodo.

No obstante, nada es seguro. La incertidumbre es máxima y todo parece en una nebulosa que se suma a las dudas sobre los cambios que Sánchez introducirá en la cúpula del PSOE con el 40º Congreso. Poco más se da por hecho más allá de la continuidad -a falta de ver los cargos- de Calvo, Lastra, Ábalos y su mano derecha en el aparato, Santos Cerdán. El presidente y secretario general custodia bajo siete llaves su cuaderno azul. Sabe que ese poderoso as tiene que sacarlo a la mesa en el mejor momento. Sin anticipar la jugada.

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