Gabilondo, a la espera
La alarma en Madrid no cambia el plan del PSOE de retrasar la moción de censura: primero quiere frenar el virus y que llegue la recuperación

De izquierda a derecha, Ángel Gabilondo, Pedro Sánchez y José Manuel Franco. / // Efe
Juanma romero | Madrid
"Esperar y ver". De momento, el PSOE no dará un paso más en Madrid. Pese a la presión ambiental, el estado de alarma y el empuje del partido de Íñigo Errejón, Más Madrid, no presentará una moción de censura contra Isabel Díaz Ayuso. No por ahora. Y ese matiz es clave, porque en la formación de Pedro Sánchez, en la cúpula federal y en la regional, se asume que más pronto que tarde la reprobación a la presidenta autonómica llegará. Pero cuando pase lo peor de la pandemia. Y queda tiempo hasta entonces: la prioridad, insisten todos los interlocutores consultados, es doblegar la curva del virus y afrontar la recuperación. Solo entonces se barajará realmente la moción contra Ayuso, aunque los números no den. Porque para que prospere es necesario el concurso de Cs, y el partido de Inés Arrimadas no se plantea -también de momento- ni salir del Ejecutivo ni unirse a la oposición de izquierdas para derribar a la popular. Y eso que las diferencias con ella ya son constantes e indisimulables.
La federación madrileña (PSOE-M), liderada por José Manuel Franco, a su vez delegado del Gobierno en la comunidad, vive un momento de tranquilidad orgánica pero también de cierta angustia interior. Se halla, convienen distintos cuadros, atrapada. Hasta "ausente", deploran algunos. Con el freno de mano puesto porque Sánchez y Ferraz han insistido en que no es "el momento" de una moción de censura -el lunes pasado lo reiteró Santos Cerdán, que lleva el día a día de las riendas del aparato federal-, pero sin hallar el tono de combate contra la jefa de un Gobierno que motejan de "fallido" e "incapaz".
Una posición complicada, una rueda de hámster -porque no se atisba un desenlace ni sencillo ni inminente-, que algunos dirigentes en el PSOE-M piden afrontar reivindicando la labor de los alcaldes socialistas. Ellos se ven como el modelo opuesto al de Ayuso. "Hay mucha gente esperándonos y no sé por qué no llegamos. No quiero hacer crítica interna, solo abrir debates", reflexiona con desazón uno de los regidores del cinturón rojo, la única fuente de poder institucional del partido en la comunidad, ya que el Gobierno regional está en manos del PP desde 1995 -y desde 2019 en coalición con Cs-, y la capital, perdida desde 1989.
La consigna de Ferraz es clara. Aguantar. Ese "esperar y ver" que resumen en la cúpula federal. Esperar a que la pandemia se controle con el estado de alarma y se aprueben los Presupuestos (la principal empresa política de Sánchez y cuyo camino está aún sin despejar). En teoría, Cs sigue siendo socio potencial, pero el Gobierno está más cerca de atar los apoyos con la mayoría de la investidura. Si se produjera un pacto con los naranjas, el clima de entendimiento entre las dos fuerzas cambiaría y, como admiten en Ferraz, abriría la perspectiva de ampliar los acuerdos a ayuntamientos y comunidades, tal vez deshaciendo gobiernos de PP-Cs. Y, en esa hipótesis, el tesoro más preciado es la Comunidad de Madrid.
Pero, por el momento, coinciden en el cuartel general y en el PSOE-M, no hay conversaciones con Cs que puedan desembocar en un apoyo de estos a una moción de censura. Y "nada cambia" con la aprobación de la alarma, apuntan en Ferraz. Un golpe en la mesa de Sánchez celebrado por el partido pero que también es una operación de alto riesgo si hubiera que buscar el apoyo del Congreso para la prórroga. Por eso, y por la arquitectura jurídica del real decreto, hubo dudas y debate en el Consejo de Ministros del viernes, que se alargó dos horas.
El canal de diálogo con Cs se ciñe a la relación cotidiana del secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, con el vicesecretario primero liberal, Carlos Cuadrado, además de la que mantienen la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, y el portavoz adjunto naranja, Edmundo Bal. No hay, por ahora, puentes orgánicos. La estrategia es que "Cs siga quemándose, humillándose ante Ayuso". La relación de los dos socios en el Ejecutivo autonómico va a peor cada día y la esperanza del PSOE es que, en algún momento, Cs rompa la baraja.
Franco planteó hace semanas que una salida podría ser una moción que, en lugar de encabezada por Ángel Gabilondo, el portavoz socialista en la Asamblea -y ganador de las autonómicas de 2019, la primera victoria del partido en 32 años-, fuese liderada por Ignacio Aguado (Cs), vicepresidente autonómico. El secretario de Organización, José Luis Ábalos, desautorizó ese movimiento, pero lo cierto es que la pega es la misma siempre. El momento, el ahora. Porque el PSOE, indica una fuente de Ferraz, estaría dispuesto a negociar todo si se reabre el mapa de los pactos territoriales. Y el propio Gabilondo advirtió que él no sería obstáculo para el acuerdo. No obstante, aunque esa puerta quede abierta, la primera opción que el PSOE defendería es la de que su candidato a la Presidencia fuera Gabilondo, su mejor activo y con un perfil institucional inequívoco.
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