La crisis de Gobierno promovida durante las últimas semanas por el líder andaluz de Cs, Juan Marín, con la intención de rearmarse dentro de su partido no ha terminado de salir tan perfecta como se había ideado sobre el papel. Es cierto que ha logrado su objetivo inicial de orillar a los críticos, representados por una consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, a la que ha mermado las competencias de violencia de género que la habían puesto en el punto de mira de los socios de Vox. Pero a cambio, el baile de competencias en el que ha acabado convertido esta reestructuración ha dado alas al PP, que asume la gestión de los fondos europeos del covid, fundamentales en el futuro proceso de reconstrucción de la comunidad tras la pandemia.

La organización naranja vive en Andalucía un pulso soterrado entre Marín y los partidarios del exsecretario de Organización Fran Hervías, que le acabó ganando la mano en el Consejo General. Y la responsable de Igualdad se inserta en esta corriente crítica, que ha cuestionado no pocos movimientos institucionales y orgánicos del cabeza visible de Cs en Andalucía. La tensión alcanzó tal nivel que hasta Inés Arrimadas tuvo que romper su baja por maternidad para desplazarse a Sevilla y tratar de poner orden, respaldando a Ruiz.

Al final, y ante la resistencia del PP a aumentar la estructura de Gobierno y echar por tierra su mensaje de ahorro en altos cargos, Marín logra sus objetivos en parte.

Cambios en Igualdad

La consejera de Igualdad pierde las políticas de género relacionadas con seguridad y órdenes de protección, que asume el propio Marín en calidad de titular de Justicia. Desaparecen sus responsabilidades sobre las residencias de mayores, que pasan a Salud, y las de Juventud, que pasan a depender de Empleo (consejería también naranja) con la excusa de tomar medidas para combatir el paro juvenil. Una decisión esta que deja terreno libre al líder naranja para colocar a los suyos en la amplia red provincial del Instituto de la Juventud del Gobierno.