Desde la tribuna del Congreso y por sorpresa, Santiago Abascal anunció hace poco menos de un mes una moción de censura a Pedro Sánchez. El líder ultra avisó de que en septiembre pondrá en marcha los mecanismos para intentar que PSOE y Podemos salgan de la Moncloa. La iniciativa no llegará a buen puerto, salvo sorpresa de última hora, pero da la sensación de que el presidente de Vox tampoco tiene entre sus objetivos que la moción prospere, sino obligar a PP y a Cs a retratarse. Aunque el partido de extrema derecha todavía no ha informado de la fecha en la que registrará la medida -está por ver que lo hagan-, populares y naranjas se han cargado estos días de argumentos para tumbar la propuesta y proteger su imagen. Aunque cada uno por cuestiones diferentes.

"Nunca durante la democracia española hubo más motivos ahora para presentar una moción de censura contra el Gobierno", sentenció Abascal el pasado martes en Twitter, incrementando la presión sobre Pablo Casado e Inés Arrimadas para que voten a favor de forzar la dimisión del Ejecutivo y situarse como precursor de este movimiento contra Sánchez. Sin embargo, ni aun así parece que PP y Cs vayan a apoyar la moción de censura.

Los conservadores, regresando a la moderación, no pueden permitir ir a rebufo de la tercera fuerza política, y los naranjas, tras unos meses de diálogo con Sánchez, no quieren frustrar una posible negociación presupuestaria que les devuelva al foco mediático.

El giro que Casado imprimió esta semana en el PP es una declaración en toda regla contra la estrategia radical de los últimos meses que había adoptado para taponar la fuga de votos hacia Vox. Redoblar las promesas y mensajes extremos del partido de Abascal no le ha dado buen resultado al líder conservador que, el pasado jueves, defendió que su partido "no tiene vocación de minoría indomable, tiene vocación de mayoría imbatible". Así, los populares parecen dispuestos a alejarse de la extrema derecha y a no refrendar sus planteamientos para no darles protagonismo.

El pasado viernes, el alcalde de Madrid y recién nombrado portavoz nacional del PP -en la práctica, número tres del partido-, José Luis Martínez-Almeida, sostuvo que el partido debe permanecer al margen de las estrategias 'tacticistas' de Vox. "No podemos mirar a la izquierda ni a la derecha, tenemos un proyecto propio, un rumbo propio, con los españoles como horizonte", sentenció, dejando claro que son ellos los que deben marcar la agenda política de la oposición y no Abascal.

Mucho más tajantes se han mostrado en Ciudadanos en su rechazo a la iniciativa de Vox. "Va a costar dinero a todos los españoles, se va a perder más de una semana de trabajo en el Congreso de los Diputados cuando estamos con una crisis económica y social encima de la mesa y, además, le va a costar credibilidad a nivel internacional a nuestro país", sostuvo hace una semana la portavoz de la ejecutiva nacional de la formación naranja, Melisa Rodríguez.

Las huestes de Arrimadas, que alcanzaron un cierto entendimiento con el sector socialista del Gobierno en los últimos meses, no quieren estropear su nueva relación y tachan la moción de censura de "campaña de marketing puro y duro" para un espectáculo en el que Abascal y los suyos se beneficien de la polarización. Motivos más que suficientes para también negar el apoyo a la ultraderecha.