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Corinna Larsen, la fantasía de Villarejo

El excomisario encarcelado consideraba un seguro a todo riesgo las grabaciones en las que la amante de Juan Carlos I desvelaba los negocios ilícitos del monarca

Corinna Larsen y el excomisario José Manuel Villarejo. FDV

El 11 de julio de 2018 la caída libre de Juan Carlos I sufrió una aceleración imprevista al difundirse un audio en el que Corinna Larsen, su examante, revelaba cómo la utilizó de testaferro para sus actividades ilícitas. Larsen, que se presentaba como una víctima, daba numerosos detalles de la estructura montada para ocultar y blanquear el dinero negro del Rey emérito y, entre otros muchos asuntos y no pocos apuntes frívolos, aludía a las comisiones cobradas de Arabia Saudí por el AVE a La Meca.

A partir de ahí la fiscalía suiza empezó a tirar de un hilo que ha acabado forzando a Juan Carlos I a abandonar España, en un intento de salvaguardar el futuro de la Monarquía. Detrás de aquella grabación estaba un personaje que se ha convertido en la quintaesencia de las cloacas del Estado, el excomisario José Manuel Villarejo.

Encarcelado desde el 17 de noviembre de 2017 como presunto cabecilla de una mafia policial, Villarejo, acusado de organización criminal, cohecho y blanqueo de capitales, había grabado las cintas el 15 de junio de 2015 en Londres y, en su fantasía, las consideraba un seguro de impunidad a todo riesgo para los negocios oscuros en los que llevaba años metido.

Resulta difícil imaginar a la Corinna Larsen de estudiado porte aristocrático compartiendo sofá con el tosco Villarejo en una lujosa residencia del exclusivo barrio londinense de Belgravia. Pero los enemigos comunes hacen extraños aliados y Corinna compartía con Villarejo el odio al exdirector del CNI Félix Sanz Roldán.

El excomisario lo tenía de bestia negra desde que se aireó el caso del "pequeño Nicolás", en el que estaba implicado. Por su parte, Corinna acusaba a Sanz Roldán de montar una campaña contra ella tras la abdicación de Juan Carlos I en 2014. Además, sospechaba que la mano del CNI estaba detrás de un asalto a su piso, en busca de papeles comprometedores para el Monarca.

Los mimbres estaban listos. Solo faltaba quien los tejiera, y ese fue el papel del expresidente de Telefónica Juan Villalonga, el recordado compañero de pupitre del expresidente Aznar, cuya tercera esposa, una fotógrafa alemana, tenía una estrecha relación de amistad con Corinna Larsen.

En la grabación de las charlas, mantenidas en el domicilio de Corinna y en un restaurante, se encuentran todos los elementos que han permitido al fiscal suizo Yves Bertossa dibujar los contornos del entramado dispuesto para ocultar el patrimonio de Juan Carlos I en el extranjero. Corinna se refiere a los suizos Dante Canonica y Arturo Fasana, gerentes de la fundación Lucum, así como a Álvaro de Orléans, el primo del Rey que, a través de su propia fundación, le pagó durante años sus viajes en jet privado.

Bertossa los investigó y también siguió la pista de los cien millones que, según Corinna, el rey Abdulah de Arabia Saudí le había regalado a Juan Carlos I. Son los cien millones que le habrían correspondido como comisión por haber facilitado que los saudíes adjudicaran a un consorcio español la construcción del AVE a La Meca.

En 2015, Villarejo archivó las cintas de su encuentro con Corinna, en las que, sin duda como futura advertencia, se le puede oír asegurando: "No quiero hacer daño a la Corona de mi país, pero lo que está claro es que hay que poner un poco de orden en tanta estupidez". También se oye a la alemana quejarse de presiones del CNI para que entregara documentos privados de Juan Carlos I que, afirmaba, estuvieron en su poder hasta que le fueron sustraídos durante el asalto a su residencia londinense.

Los audios de Villarejo durmieron durante más de dos años en sus archivos y no fueron descubiertos hasta que el excomisario fue detenido en noviembre de 2017. La Policía intervino al socio del excomisario, el abogado Rafael Redondo, un disco duro en el que se alojaba una carpeta con el audio de Londres y otros archivos relativos a Corinna Larsen.

Tras la filtración de extractos de la grabación -sin duda un intento de advertencia del excomisario, que ya llevaba siete meses en prisión- la Audiencia Nacional abrió una pieza separada, la quinta, del sumario Villarejo y la llamó "Carol", el nombre en clave con el que el policía había bautizado a Corinna.

Las diligencias fueron archivadas a las pocas semanas hasta que el pasado 27 de julio se reabrieron, a rebufo del escándalo provocado por la difusión, el día 4, de unas declaraciones de la examante real al fiscal Bertossa en las que aseguraba que en 2012 Juan Carlos I le había transferido 65 millones "por gratitud y amor".

El sueño de impunidad de Villarejo no se ha materializado, pese a sus reiteradas tentativas de amedrentar a la justicia. Sin embargo, aquellas conversaciones, pese a sus alegatos de no querer dañar a la Corona, han acabado por rematar la caída al abismo de Juan Carlos I.

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