El Gobierno obtuvo ayer el "sí" de Cs a la sexta prórroga del estado de alarma -que se vota hoy-, a pesar de los recelos de sus socios de investidura PNV y ERC, ciertamente molestos con la presencia de los naranjas en el mismo bloque (enfrente, solo el PP y Vox) y ya piensa en aplicar la fórmula del pacto a varias bandas para sacar adelante los Presupuestos de la reconstrucción.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, no ocultó su satisfacción: "Es muy buena noticia que empecemos a abandonar las trincheras que se han estado tejiendo en los últimos años que nos han llevado a una política hostil, de hipérboles discursivas, de exageraciones y de crispaciones que cala en la sociedad". Garzón, de Unidas Podemos, admitió que sentiría "cómodo" en un pacto con Cs para aprobar las próximas cuentas.

No obstante, el Ejecutivo de Pedro Sánchez no descuida a quienes tiene por sus socios "prioritarios", con todo y que tampoco oculta que seguirá buscando el respaldo del partido de Inés Arrimadas.

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, la titular de Hacienda y portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, aseguró que los distintos acuerdos alcanzados con ERC, PNV y Cs son "todos compatibles entre sí". Pero no se privó de recordar a unos y a otros que, dada la fragmentación parlamentaria, la "nueva política" debe ser un "ejercicio de acuerdo permanente" con partidos distintos entre sí.

Las palabras de Montero llegaban después de que ERC y el PNV admitiesen sus reticencias con el acuerdo alcanzado con Cs.

Así, fuentes de Esquerra dijeron que el pacto con Cs responde a "puro tacticismo" por parte el Gobierno y no afecta a lo que acordaron republicanos y socialistas, aunque advertían que, si Sánchez no cumple con lo acordado con ellos, "se acaba la legislatura".

El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, había admitido a primera hora su inquietud y considerado "confuso" el pacto con Cs, defendiendo lo que llamó una "mínima coherencia en política" y anunciando que iba a consultar al Gobierno si era "contradictorio" con lo firmado con su partido.

Pero enseguida salió al quite el portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, que estimó que lo pactado con los naranjas era "conciliable" con lo acordado con los nacionalistas vascos. Y más tarde el grupo del PNV en el Congreso constató que el texto aprobado por el Consejo de Ministros sobre la prórroga del estado de alarma "cumple íntegramente" con el acuerdo que suscribió con el Gobierno, por lo que confirmó su voto favorable a esa sexta y última prórroga.

De su lado, el portavoz adjunto de Cs en el Congreso, Edmundo Bal, también satisfecho, presentó su entente con el Gobierno como otra victoria más para el partido naranja, porque, en su opinión, así se evita que PNV y ERC puedan obtener una "ventaja injusta" en determinados territorios.

El acuerdo con Cs, al mismo tiempo que con ERC y PNV, lo aprovechó Montero para cargar contra el PP, al que reprochó que "dimita de su responsabilidad" como primer partido de la oposición y prefiera hacer "frente común" con la ultraderecha.