Pedro Sánchez advirtió ayer que "si hay otras formaciones políticas que piensan que la Covid puede ser una oportunidad para derrocar al Gobierno, se equivocan políticamente, porque hay cuatro años por delante". Y agregó: "El Gobierno está unido y es para cuatro años, y tengo la mejor opinión de las personas que lo conforman".

Sin embargo, en su comparecencia, evitó responder con claridad a las preguntas relativas a la pugna abierta en el seno de su gabinete a cuenta de la derogación de la reforma laboral acordada con Bildu y, menos de tres horas después, rectificada en una "nota aclaratoria" por el PSOE.

Sánchez se limitó a reconocer que no tenía "los votos asegurados" en la votación de la quinta prórroga del estado de alarma y que eso condujo a su partido a buscarlos incluso entre los diputados abertzales.

Sin embargo, resulta evidente que cinco prórrogas del estado de alarma después, el bloque de la investidura está resquebrajado. Pedro Sánchez se ha propuesto restaurarlo para afrontar el resto de la legislatura.

Fuentes conocedoras de las negociaciones de las prórrogas precisaron que los contactos de la dirección del grupo socialista (en concreto de la portavoz, Adriana Lastra) con algunas de las formaciones que auparon a Sánchez a la Moncloa se retomaron después de la votación del miércoles.

No se trata de preparar el camino para una sexta prórroga, pues ninguna fuente aventura aún si llegará la petición del Gobierno, sino de intentar que el sector de la investidura, el que se fraguó en enero, no se rompa del todo.

El Gobierno mantiene la idea de avanzar en su agenda legislativa en cuanto lo permita la lucha contra la pandemia. Hasta entonces, el grupo socialista manejará un objetivo básico: mantener el estado de alarma el tiempo que sea necesario, lo que implica negociar con todos los grupos (menos con Vox) para forjar mayorías parlamentarias.

En la rueda de prensa de ayer, preguntado por los escraches de los últimos días, el Presidente se solidarizó con José Luis Ábalos y a Pablo Iglesias. "Me parece inaceptable", dijo, para añadir que no solo los han sufrido ellos, sino también otros ministros, solo por defender sus ideas e intentar garantizar la salud de los españoles.

Sánchez confió en que estas "conductas de odio y de ira" sean "marginales" porque lo que ahora se necesita es la concordia y tolerancia que, indicó, lleva pidiendo a los españoles desde hace diez semanas, aunque a veces, se lamentó, "clame en el desierto".

"Aquí no hay enemigos, solo hay un enemigo que es la Covid", dijo, insistiendo en que este tipo de comportamientos solo consiguen fracturar a la sociedad, que necesita "la unidad de todos".

Y respecto a las protestas convocadas por Vox, afirmó que "son libres de movilizarse como consideren oportuno", pero respetando los criterios sanitarios.

"Lo más duro ha pasado, estamos viendo el final del túnel". Así comenzó ayer Pedro Sánchez su comparecencia, con un mensaje, más que de ánimo, de satisfacción, bien que manejada todavía con prudencia.

El presidente del Gobierno habló por primera vez del "logro" de "doblegar la curva" de contagio del coronavirus, y situó el índice de reproducción en el 0,20. "Lo hemos conseguido no por azar, sino con voluntad, porque hemos recorrido el camino correcto: es el pueblo español el que ha hecho retroceder al virus".

"Estamos a un paso de la victoria, pero aún seguimos en emergencia sanitaria, el virus no ha desaparecido, sigue al acecho y tenemos que mantenerlo a raya, es imprescindible no relajarnos", afirmó.