El Gobierno arremetió ayer contra el PP y le acusó de dejarlo solo y mirar para otro lado con la aprobación de la quinta prórroga del estado de alarma, obligándolo a buscar apoyos en grupos como EH Bildu. Un apoyo que, por segundo día consecutivo, fue abiertamente rechazado -incluso con abierto enfado- por algunos barones socialistas, singularmente los presidentes de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, y Aragón, Javier Lambán, habitualmente críticos con Pedro Sánchez cuando el líder del PSOE llega a acuerdos con los independentistas catalanes.

Los populares desdeñaron esas críticas, hasta el punto de que su vicesecretario de Comunicación, Pablo Montesinos, se valió de la ironía cuando retóricamente se preguntó si el Gobierno también les va a acusar del asesinato de Kennedy. Ha sido Pedro Sánchez quien ha cerrado un pacto con un partido que no ha condenado a ETA, zanjó Montesinos.

Pese a que la bronca crece fuera y dentro de las filas socialistas, la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, no tuvo reparos en defender el pacto con EH Bildu porque, a su juicio, con la situación de crisis que vive España no pueden permitirse "vetos contrapuestos" y es necesario "amarrar apoyos" para defender la salud de los españoles.

Reprochó así, en alusión al PP, la "dinámica de negociación imposible" de quien ha votado que no "con los dedos cruzados", con la esperanza de que saliese adelante el estado de alarma, pero sin su apoyo. Una actitud que no se privó de afear también a algunos partidos de izquierda, en referencia a sus socios de ERC, si bien no citó sus siglas.

Montero, además, negó la mayor: no ve crisis interna en la coalición de Gobierno, a pesar de las interpretaciones abiertamente opuestas que sostienen desde el jueves el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, y la vicepresidenta tercera y ministra de Economía, Nadia Calviño, sobre el alcance que debe tener esa derogación.

Para la portavoz del Gobierno, el Ejecutivo "es fuerte y está unido pese a quien pese" y van "todos a una", aunque reconoce que hay "distintas sensibilidades". En todo caso, Montero atribuyó las posibles diferencias a que "trabajan a destajo, 24 horas al día prácticamente", y no todos conocen "al momento o al detalle" las tareas en las que se encuentran otros.

Pero, como al Gobierno le crecen los enanos, Montero también tuvo que salir a calmar al PNV, habitual socio parlamentario del Ejecutivo, algo soliviantado por el pacto de PSOE y Unidas Podemos con sus directos rivales electorales en el País Vasco.

La portavoz se esforzó en apuntalar la idea de que el Ejecutivo tiene un acuerdo estable con el PNV, mientras que el de Bildu es "particular y puntual" y no tuvo más alcance que el de recabar apoyos a la prórroga del estado de alarma.

"España no se merece este Gobierno" es la frase más repetida por el PP para criticar la política de pactos y la gestión del Ejecutivo. Su líder, Pablo Casado, conminó a Sánchez a elegir entre sus socios "radicales, que quieren romper España o su economía", o volver al "sentido común" de las fuerzas que, como los populares, respetan el sistema constitucional.

"No se puede mercadear por un puñado de abstenciones", le reprochó Casado. Y advirtió que Europa está mirando a España y reclama "competitividad y flexibilidad" laboral, justo lo contrario de lo que propugna el pacto con EH Bildu para derogar la reforma laboral.