La coalición entre PSOE y Podemos nació marcada por la desconfianza, pero ni siquiera los más escépticos auguraban que las grietas se abrieran de forma abrupta en solo dos meses de Gobierno. Las críticas de los morados acusando a los socialistas de actuar con modos machistas en la tramitación de la ley de libertad sexual indigna al ala socialdemócrata, que no esconde su sorpresa por las palabras de Pablo Iglesias apuntando al ministro de Justicia. Este departamento considera que la norma promovida por el ministerio de Irene Montero presenta numerosas deficiencias técnicas.

El enfado es monumental, pero el presidente Sánchez transmitió ayer la consigna de evitar que la confrontación se magnifique. De momento, los ministros del PSOE defienden su actuación, pero se muerden la lengua. El matrimonio de conveniencia, aseguran, no está en riesgo, pero el reto es evitar que nuevas desavenencias en público acaben propiciando un divorcio para el que ninguno de los partidos está preparado.

Ni Sánchez ni Iglesias olvidan sus desencuentros pasados y sus entornos admiten que ambos albergan la convicción de que habrá una batalla definitiva de fuerte componente personal, pero no es esta. PSOE y Podemos no pueden permitirse romper ahora un Gobierno que empieza a andar, y desde esa convicción, el presidente ha decidido abogar por cierta contención. Se defiende la actuación del Ministerio de Justicia, pero se evita cargar las tintas contra los socios morados.

Los socialistas, molestos por los ataques vertidos desde hace semanas por el círculo de la ministra de Igualdad, Irene Montero, quisieron ver un gesto de pacificación cuando esta evitó la confrontación al ser preguntada por las tensiones en la rueda de prensa en la Moncloa, el martes a mediodía. La sensación de calma duró poco. Por la tarde, el vicepresidente arremetió con unas declaraciones que demostraban que el enfrentamiento no estaba zanjado, al opinar que "hay mucho machista frustrado" que se ampara en excusas técnicas. Se refería a las enmiendas que el departamento de Justicia ha hecho a la ley de libertad sexual para subsanar las deficiencias que presentaba el texto elaborado en el ministerio podemista dirigido por Montero. Esas "correcciones" y "mejoras" fueron interpretadas por los morados como meros pretextos para boicotear una de sus medidas más simbólicas.

Lejos de matizar la posición de Iglesias, su portavoz parlamentario, Pablo Echenique, volvió a cargar ayer contra Justicia. "Parece que hace falta que venga un machote y diga: 'Venga, te arreglo la ley'", dijo, para mayor asombro de los socialistas que vieron escalar la bronca un día más.

El titular del Justicia, Juan Carlos Campo, evidenció su malestar por las acusaciones directas de los socios. "A veces, los políticos hablamos demasiado", advirtió. No fue más allá. Defendió los cambios efectuados por su departamento, pero evitó entrar en un rifirrafe directo con Iglesias. "Saben que hay unos ministerios más antipáticos, estoy pensando en Hacienda, en Justicia, porque nos vamos poniendo tiquismiquis para que las leyes que salgan de un Gobierno sean lo más perfectas posibles. No hay ningún tipo de reproche, lo importante es que seamos un Gobierno feminista y nos pongamos al frente de Europa en la lucha por la igualdad y erradicar la violencia sexual".

Lastra: todos feministas

La vicesecretaria del PSOE y portavoz parlamentaria, Adriana Lastra, salió a defender a su partido. "No hay ministros machistas, hay un Gobierno profundamente feminista, del primero al último", zanjó ayer, rodeada de ministros, en un desayuno informativo con Gonzalo Caballero, candidato socialista a la Xunta de Galicia.

El entorno de Sánchez prefiere no interpretar los ataques de Iglesias y Echenique, aunque algunas voces apuntan a una respuesta de cariz "personalista" de un conflicto político, mientras que otras subrayan la pugna por abanderar el feminismo y capitalizarlo en las urnas.