Los expresidentes del Gobierno Felipe González y José María Aznar mostraron ayer sus discrepancias sobre la mesa de diálogo entre el Gobierno y la Generalitat que acaba de echar a andar, pero coincidieron en la necesidad de penalizar la "deslealtad" institucional con mayor dureza. Ambos expresidentes protagonizaron ayer en Madrid el debate inaugural del I Congreso Nacional de la Sociedad Civil "Repensar España".

Para González, la mesa de diálogo entre el Gobierno de España y la Generalitat catalana es una "performance de cara a las elecciones catalanas. Todo el mundo sabe que no hay un espacio para la amnistía y no hay un espacio para la autodeterminación. Y si alguien quiere reformar la constitución para eso, yo haré campaña en contra". El antiguo líder socialista minimiza los resultados de esa vía abierta el miércoles en la Moncloa: "Hubo una reunión en la que no pasó nada. Y en la siguiente seguirá no pasando nada".

Aznar, en cambio, considera que "el pacto de lealtad a la Constitución ha sido roto, y eso tiene sus responsables. Lo que pasó tiene muy graves consecuencias. El solo hecho de la reunión es un elemento devastador para el sistema constitucional español".

Los dos expresidentes se pronunciaron sobre a una posible reforma del Código Penal para revisar los delitos de rebelión y sedición. González sostuvo que "si se reforma el Código Penal, tiene que garantizar con mayor claridad política el precio a pagar por la deslealtad institucional". El hombre que gobernó España durante catorce años propone que "se penalice políticamente en serio la deslealtad" y considera que "la tipificación de la rebelión y la sedición no se corresponde con las situaciones que se producen", aunque reconoce que "reformarlo ahora es tan necesario como inoportuno". Aznar apostilló entonces que "la deslealtad tiene que tener un precio. Uno no puede pretender romper la mesa y que la responsabilidad la paguen los ciudadanos".

"Me siento angustiado como ciudadano español", prosiguió Aznar, crítico con la circunstancia de "que se den las llaves de la gobernabilidad a alguien que está preso por sedición". "De la España del futuro, lo que más me preocupa es que nos cansemos de ser normales", apostilló antes de advertir que "no se puede volver a tirar los dados, porque pueden no caer bien".