La inhabilitación a la que el expresidente catalán Artur Mas fue condenado por la consulta del 9-N de 2014 llega hoy a su fin. Sin embargo, según fuentes de su entorno, no tiene intención de saltar a la arena. La figura del sucesor de Jordi Pujol sigue siendo un termómetro de la evolución de la antigua Convergencia (CDC). Mas recibe muestras de apoyo y peticiones para que regrese, en una intensidad directamente proporcional a la intensificación de la crisis del espacio posconvergente.

Al mismo tiempo, los fieles al expresidente Puigdemont afirman que la figura de Mas está vinculada al pasado, a la vieja política y a la corrupción de CDC. Mas estaría convencido de que estas críticas están ya amortizadas electoralmente y reivindica su honestidad y transparencia personales. Lo cierto es que el último paso a un lado que dio, cuando dejó la presidencia del PDeCAT, tuvo mucho que ver con la sentencia del "caso Palau" que consideró probada la financiación ilegal de CDC a través del Palau de la Música.

Solo hay una posibilidad de que Mas vuelva: que la descomposición de la antigua CDC sea de tal calibre que se le reclame desempeñar un papel preponderante una vez más. Con todo, hay una línea roja que, según las fuentes consultadas, Mas no traspasará: no se enfrentará en las urnas a su sucesor, Carles Puigdemont.