En vísperas de la reunión que Pedro Sánchez y Joaquim Torra celebrarán mañana en Barcelona el Gobierno enfría las expectativas de los progresos a los que se pueda llegar en dicho encuentro. El Ejecutivo entiende que la cita es un "hito" en una nueva etapa de diálogo pero evita comprometer avances concretos porque, considera, se parte desde posiciones "antagónicas". La Moncloa ni siquiera prevé que se pueda confirmar mañana una fecha para el arranque de la mesa de diálogo o definir quiénes se van a sentar en ese nuevo foro. En el corto plazo no habrá frutos, advierten desde Madrid, pero se comprometen a abrir nuevas vías "imaginativas y empáticas" para solucionar el conflicto político catalán con luces largas. El Govern, en cambio, confía en que de la reunión de mañana salga ya un calendario de la futura mesa de diálogo entre ejecutivos.

El Gobierno quiere evitar que una reunión sin resultados concretos se convierta en un fracaso. Máxime, con la sensación, arraigada en la Moncloa, de que el "president" tratará de "tensionar" el encuentro, en su pugna por deslegitimar el diálogo con la administración estatal y dañar a su principal adversario, ERC, que le adelanta en las encuestas. Ante el simbolismo que cobra la entrevista y lo adverso del contexto preelectoral, el Ejecutivo rebaja las expectativas.

"Este Gobierno no espera frutos en el corto plazo porque sabe que son muy difíciles pero sí establecer unos raíles", advirtió ayer la ministra de Hacienda y portavoz, María Jesús Montero, quien subrayó a lo largo de toda su comparecencia tras el Consejo de Ministros, que la respuesta será global y a medio o largo plazo. El avance no va a ser fácil, insistió, porque ambas posiciones parten de puntos de vista "diametralmente opuestos" en la configuración territorial de España.

Fuentes gubernamentales anticipan que la reunión será entre Sánchez y Torra. Aunque la ministra de Política Territorial, Carolina Darias, también viajará, el Gobierno no tiene previsto "a priori" su participación, más allá de una eventual comparecencia posterior que podría ofrecer ella o el presidente, algo todavía por definir. Entre las previsiones del Gobierno no está que en el encuentro se pacte el calendario de la mesa de diálogo porque es algo, alegan, que también debe coordinarse con ERC.

El Ejecutivo está convencido de que Torra planteará la autodeterminación y asegura que Sánchez está dispuesto a escucharle. No obstante, fuentes del Gobierno consideran que el encuentro será "más fructífero" si se avanza en temas concretos de inversiones, infraestructuras y asuntos que suelen abordarse en la comisión bilateral Gobierno-Generalitat. En todo caso, la Moncloa descarta la presencia de un mediador, aunque admite que habrá que encontrar nuevas fórmulas más empáticas y creativas para llegar a un entendimiento sobre el conflicto político.

Para empezar, Montero confía en que la Generalitat envíe representante a la reunión anunciada para este viernes del Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF) en Madrid e, incluso, que asista el vicepresidente, Pere Aragonès. "Sería muy importante que Cataluña participara", insistió la ministra Montero, quien apeló a la normalización de las relaciones institucionales.

Las expectativas del Ejecutivo de Torra son muy distintas. Tras renunciar a exigir la figura del mediador, la consellera de la Presidencia, Meritxell Budó, en una réplica a Montero, apunta que el encuentro de mañana debe servir "para poner las bases y las reglas de juego que deben guiar la mesa de negociación entre gobiernos". En esos preliminares se incluiría establecer un "calendario" de reuniones para la "mesa de negociación".

Sánchez diluyó el encuentro con Torra en una agenda más amplia que incluye verse con la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau.