El líder del PP, Pablo Casado, ha decidido superar su discurso apocalíptico del debate de investidura y abrir una nueva etapa. "Somos la fuerza tranquila de la España moderada, el valor seguro para garantizar la prosperidad y la libertad", aseguró ayer en Madrid en la reunión de la junta directiva nacional del partido, que incluye a barones, alcaldes, diputados, senadores y altos cargos de toda España.

Dejarse arrastrar por el estilo de Vox es una tentación, pero Casado ha concluido que no es lo que conviene a su partido ni a España. "Nosotros no tenemos vocación de minoría indomable", afirmó sobre la formación de ultraderecha. "Tenemos ambición de mayoría imbatible. Porque la política no consiste en gritar muy fuerte sino en llegar muy lejos haciendo mucho", continuó.

Casado, quien negó que "haya un PP duro" y otro "blando", explicó que no se reconoce ni como "halcón" ni como "paloma", sino como "punto de encuentro", de esa España Suma que la líder de Cs, Inés Arrimadas, le niega al menos por ahora. El popular proclamó que aspira a "cobijar a todo el constitucionalismo", incluidos los socialdemócratas "huérfanos por la deriva del sanchismo".

El presidente del PP se comprometió a escapar de la bronca, a no cavar ninguna "trinchera". No quiere, aseguró, un partido "desestabilizador ni bronco", "ni que llame asesino a nadie". Aunque eso no significa que el PP vaya a ser "ingenuo" ni "incauto". Marcará al Gobierno PSOE-Podemos de cerca y no le dará respiro, pero con una oposición "firme", con sentido de Estado y "propositiva".

Una oposición que no renuncia a utilizar la justicia para frenar las iniciativas del Gobierno. Además de recurrir el nombramiento de la exministra de Justicia Dolores Delgado como Fiscala General del Estado, el PP volverá a llevar al Congreso esta semana una reforma para modificar de manera urgente la ley electoral "para que los prófugos no puedan ser elegibles", iniciativa destinada a evitar que el huido expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, pueda presentarse en las próximas elecciones autonómicas catalanas.

Núñez Feijóo

Ninguno de los asistentes tomó la palabra tras escuchar a Casado y darle una gran ovación. Según fuentes de la dirección, Casado conversó estos días con varios de los barones, entre ellos el gallego, Alberto Núñez Feijóo, y el andaluz, Juan Manuel Moreno, y tomó nota de sus sugerencias. Feijóo, baluarte de quienes en el PP se oponen a entrar en el juego extremista de Vox, declaró al llegar a la reunión que los populares necesitan "firmeza y sentido de Estado", aunque también hay que denunciar la gestión del nuevo Ejecutivo.

Feijóo recalcó que en estos momentos en los que el "extremismo se ha apoderado de la política en España", está "instalado en el Consejo de Ministros" y en los socios independentistas del Gobierno en el Congreso de los Diputados, se necesita "firmeza y sentido de Estado". "Estoy convencido de que el PP, que es un partido de Estado va a ejercer la oposición con firmeza y sentido de Estado, porque el sentido de Estado se ha perdido, ya no existe lamentablemente en el PSOE actual ni en el Consejo de Ministros", apostilló.

Además, Feijóo señaló que a pesar de esto habrá cien días de gracia para el nuevo Ejecutivo porque "hay que dárselos a todo el mundo". "Y si el Gobierno no es el del PP los tienen garantizados", ironizó.