La tesis de que los dirigentes del "procés" habían cometido un delito de rebelión estaba derrotada de antemano, ya que solo la defendían dos de los siete, Andrés Martínez y Juan Ramón Berdugo, quienes estaban convencidos de que hubo violencia suficiente, en línea con las tesis de la Fiscalía. El resto de los magistrados, el presidente Manuel Marchena -ponente a su vez de la sentencia-, Andrés Palomo, Ana Ferrer, Antonio del Moral y Luciano Varela, se decantaron desde el principio por la tesis de la sedición, al considerar que esa violencia era insuficiente y no instrumental. Fue el pontevedrés Luciano Varela, quien apadrinó la idea de que lo realmente llevado a cabo por los políticos catalanes fue "una farsa", "una ensoñación" que no buscaba conseguir la independencia, sino forzar al Gobierno de Mariano Rajoy a negociar un referéndum de autodeterminación. El argumento contribuyó a cimentar la sentencia por sedición, y se basó en los testimonios del presidente vasco, Íñigo Urkullu, y el consejero de Empresa, Santi Vila, quienes aseguraron en la sala que el presidente Carles Puigdemont no quería declarar la independencia y solo hizo obligado por la presión de la calle.

A favor de la rebelión, los magistrados tenían los testimonios de la cúpula de los Mossos d'Esquadra, quienes relataron los detalles de una reunión con presidente Puigdemont, el vicepresidente Oriol Junqueras y el consejero Joaquim Forn, en la que advirtieron del riesgo cierto de que se produjese una escalada de violencia en caso de que siguiese adelante el referéndum. Pero finalmente, y tras una ardua discusión, se descartó que la violencia fuera parte del plan de los independentistas, y se considera que no fue "instrumental" ni "funcional", siempre según el fallo.

Encauzando la sentencia, el magistrado Varela, uno de los fundadores de Jueces para la Democracia, prestó su último servicio en la carrera judicial. Llegó a la edad de jubilación, los 72 años, durante el juicio, por lo que tuvo que ser habilitado por el Consejo General del Poder Judicial, para completar el proceso.

Varela ha tenido una carrera exitosa, pero también polémica. En 1994 fue uno de los redactores del borrador de la ley del Jurado, en la época de Juan Belloch como ministro de Justicia. Fue el instructor de la causa por prevaricación contra el juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo, aunque luego fue absuelto por el Supremo. Luego fue uno de los siete magistrados que condenó a Garzón por las ilegalidades cometidas en la investigación del "caso Gürtel".

Durante el juicio del "procés", Luciano Varela fue el único juez que mostró algún tipo de gestualidad, tapándose la cara con una mano para expresar cierta vergüenza ajena o conminando a Manuel Marchena para que frenase una declaración improcedente. Puede decirse que ha dejado su impronta en este proceso.