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El secesionismo afecta a la economía pero muy lejos de lo que indicaron los peores presagios

Cataluña no ha sufrido el desplome anunciado y arroja luces y sombras, en parte porque los mercados nunca vieron factible la ruptura con España

Pintada en Barcelona contra los turistas, en los antiguos "bunkers" del Turó de la Rovira, en 2017. // Efe

La tensión secesionista en Cataluña no ha sido inocua en el desenvolvimiento de la economía catalana, y en general en la española (ninguna perturbación es intrascendente), pero no parece que haya tenido hasta ahora la carga dramática que se temió cuando se planteó el desafío separatista, quizá porque los mercados financieros y los agentes económicos nunca llegaron a creer -en línea con la tesis que sostiene la sentencia condenatoria del Tribunal Supremo- que la desvinculación entre Cataluña y el resto de España pudiera llegar a producirse y dieron por hecho que los poderes del Estado neutralizarían el intento.

PIB. Aun cuando no es factible aislar la influencia de un solo fenómeno del resto de factores que interactúan en la economía como para establecer relaciones de causa-efecto, sí consta que la actividad española ha estado creciendo a una tasa muy superior a la de la eurozona (que España siguió más que duplicando en el segundo trimestre, según Eurostat) pese a que el problema catalán no es menor, dado que afecta a una comunidad que aporta el 19% del PIB nacional.

En el caso de Cataluña, el comportamiento ha sido menos dinámico, pero no se ha producido un desfondamiento: en 2017 (el año del referéndum ilegal), Cataluña aún creció dos décimas más que España y en 2018 lo hizo tres por debajo, pero otras regiones sin independentismo sufrieron oscilaciones aún más acusadas. Entre ambos ejercicios España desaceleró cuatro décimas y Cataluña, nueve (más del doble), pero otras regiones pasaron en el mismo plazo de crecer muy encima de ambas a hacerlo en 2018 a una tasa 1,5 puntos inferior a la de 2017.

Empleo. Cataluña ha seguido creando empleo durante las turbulencias, aun cuando a una tasa 28 centésimas inferior a la media española en los últimos doce meses, según la última encuesta de población activa (EPA), correspondiente al segundo trimestre de este año. Sin embargo, en términos absolutos fue la tercera región con mayor aumento de los ocupados: crecieron en 70.700 personas, equivalentes al 15,2% del total nacional.

El paro también se redujo en el mismo periodo aunque muy lejos de lo que lo ha hecho el conjunto de España: cayó el 0,7% frente a una reducción del 7,43% en la totalidad del país. Sin embargo, este dato es menos significativo, dado que Cataluña tuvo que hacer frente en este tiempo a un aumento de la población activa muy superior, lo que también se puede interpretar como signo de mayor dinamismo. De hecho, fue el territorio en el que más creció el número de activos (70.000), equivalentes a más de un tercio (34,7%) de la cifra española. La tasa de actividad es del 61,55%, la tercera mayor del país y 2,81 puntos superior al promedio, mientras que la tasa de paro (11,17%) es la séptima menor y casi tres puntos mejor que la estatal.

Fuga de sociedades. La marcha de sociedades mercantiles, muy acusada antes y después del referéndum independentista del 1 de octubre de 2017, fue en la mayoría de los casos más una formalidad (la reubicación de domicilio social) que un éxodo real de actividad. La medida la emprendió la banca catalana para tranquilizar a sus clientes y asegurarles la españolidad de sus cuentas bancarias ocurriera lo que ocurriese, una vez que se constató una fuga de depósitos a otras regiones y entidades por temor a que Cataluña quedara fuera del euro y de que sus bancos perdieran el acceso a la cobertura y operaciones de liquidez del Banco Central Europeo. En algún caso hubo mudanza de algún departamento de los servicios centrales pero no traslados de instalaciones productivas.

Hasta marzo (último dato disponible) parte de los depósitos bancarios que salieron entonces de Cataluña habían regresado, aunque no se ha recuperado aún el nivel inicial: en 2017 se produjo una fuga de 29.120 millones y hasta marzo pasado se habían recuperado 11.500 millones.

Según la consultora D&B, la marcha de sociedades de Cataluña persistió en el primer semestre de este año, pero ya no fue la región que más censo empresarial perdió (saldo entre las que llegan y las que se van), toda vez que fue superada por Andalucía. Cincuenta empresas regresaron desde Madrid a Cataluña. Y algunas multinacionales (representan el 32,1% de la cifra de negocio de las empresas que operan en la comunidad, frente al 30% en el conjunto del Estado) se asentaron en este tiempo en territorio catalán con nuevos proyectos aun a sabiendas de la fractura existente en la sociedad local.

El dinamismo empresarial persiste no obstante lo ocurrido: en los doce meses comprendidos entre agosto de 2018 y el mismo mes de 2019 (último dato del INE) la creación de empresas aumentó en Cataluña el 0,3% mientras que retrocedió en España el 8,6%, aunque la disolución de sociedades cayó más en el conjunto nacional (14,2%) que en territorio catalán (8,5%).

Confianza empresarial. Los avatares del secesionismo tampoco han dañado en extremo la confianza empresarial. El dato (anterior a la sentencia) que acaba de difundir el INE para este trimestre refleja que el 19,9% de los empresarios catalanes se declara optimista sobre el contexto económico frente al 16,7% de los españoles, mientras que los pesimistas son menos en Cataluña (16,7%) que en el promedio nacional (19,4%). Y aunque el índice de confianza empresarial retrocede (-2,8%), lo hace una décima menos que en España (-1,9%).

Exportaciones y turismo. Cataluña aporta el 25,6% de las exportaciones españolas y es líder, a mucha distancia, del resto de las regiones. En los últimos doce meses (entre julio de 2018 y julio de 2019, último dato de la Secretaría de Estado de Comercio) crecieron por encima de lo que lo hicieron en toda España (2,8% frente a 2%). Y en cuanto al turismo, Cataluña sigue siendo el principal destino de los visitantes extranjeros (23,3% del total) y el segundo de los españoles (14,4%), en este caso superada por Andalucía. El atractivo turístico catalán se mantiene pese a las tensiones independentistas, los atentados "yihadistas" de agosto de 2017 y la fuerte campaña habida en los últimos años (sobre todo, en Barcelona) contra los visitantes mediante pintadas, carteles y acciones colectivas de protesta.

"Rating" y deuda. El peor dato catalán es la calificación crediticia de la Generalitat y de su deuda, equiparada con los "bonos basura". Pero esto ya era así antes de los momentos más críticos y crispados de la deriva ultranacionalista. De hecho, incluso mejoró muy ligeramente durante este periodo convulso. La agencia Moody's la elevó de Ba2 negativa en 2016 a Ba2 estable, y Fitch, de BB negativa a BB estable. En realidad, el factor crucial de un "rating" tan bajo es el elevado endeudamiento de la comunidad, que alcanza los 79.243 millones, el 26,36% del total de la deuda autonómica española, según las últimas cifras del Banco de España, correspondientes al segundo trimestre.

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