Hace 59 años, llegaba a Cataluña, desde Tabeirós en A Estrada (Pontevedra) José Terceiro. Allí, se quedó a vivir y allí formó familia con una mujer catalana. Con casi seis décadas entre Barcelona y Lleida, su experiencia se puede considerar un buen barómetro para medir la temperatura del ambiente tras conocerse la sentencia del Procès. Terceiro lo tiene claro. "Esto no es una guerro, pero sí una guerra fría. Vale más hablar de fútbol y de fruto; no de política porque puedes acabar mal", señala este hombre, presidente el Centro Galego de Lérida. Otros como Domingo Balboa, que preside el colectivo cultural gallego en la ciudad condal Cova da Serpe, califican la situación de "calma tensa ya que las circunstancias no eran muy agradables".

Aunque él vive en el barrio de Sant Martí, donde explica que todo estuvo tranquilo, conoce casos de personas que estuvieron bloqueadas como la hija de un socio de la entidad "que estuvo el lunes cinco horas en la calle sin poder moverse. Es muy triste y muy duro; pero hay que pasarlo".

Sobre los disturbios del lunes, Balboa -jubilado- opina que "todo el mundo sabía que iba a haber una salida fuera de tono porque el ambiente está caldeado por la situación. Se sabía que lo que iban a buscar era intentar paralizar la ciudad y, lógicamente, eso va en contra de la economía de la ciudad y, al final, la gente lo pasa mal".

No obstante, tanto él como otros portavoces de colectivos gallegos consultados por FARO recalcan que los incidentes tuvieron lugar en zonas puntuales (Aeropuerto, Plaza Cataluña, Vía Laietana, Sant Jauma...) y no de forma extendida a toda Barcelona ni a toda Cataluña.

Asegura que, como colectivo gallego, Cova da Serpe no tiene problemas. "Nosotros seguimos trabajando en lo mismo que es difundir nuestra cultura y gastronomía (gallegas)". De hecho, están preparando un festival internacional de agrupaciones musicales. Terceiro añade que "si eres gallego o vasco no lo tienes tan complicado, pero los de Castilla y otros lugares, ai, ai...".

Balboa, no obstante, prefiere imaginar un futuro con optimismo y confía en que las barricadas, alborotos, paro en la universidad, manifestaciones y cargas policiales "poco a poco vayan pasando porque la gente tiene que seguir conviviendo; aunque, a veces, la gente no entiende la convivencia si no hay un poco de violencia. Así,vamos por mal camino".

Desde Cornellà, el arquitecto Óliver Fernández, de 46 años de edad, y presidente de la Asociación Galega Cultural Rosalía de Castro de Cornellà recalca que una cosa es lo que se ve a través de la televisión y la portada de los diarios y otra el día a día de los catalanes.

Fernández vive en Cornellà que presenta como "una ciudad don el independentismo debe suponer un 10% de los 70.000 habitantes. Aquí,la verdad es que ayer (lunes) fue un día normal. Lo que pasa es que cuando estás fuera parece que toda Cataluña está levantada y no es así. Hubo problemas en puntos muy concretos, pero el resto de personas estuvimos trabajando y sin problema. Por el centro de Barcelona, podías comprar, andar...".

Óliver Fernández nació en Cataluña pero su familia procede de Saviñao (Lugo). Cuando le llaman desde Galicia, responde que "estamos bien, no estamos en guerra". No obstante, reconoce que "no se suele hablar de estos temas (políticos) porque no sabes a quién tienes delante. Creen que si no eres independentista no te sientes catalán pero hai gente catalanista y no es independiente; hay opiniones para todo, y el 99% de la gente nos respetamos".