La cúpula de los Mossos d'Esquadra abandonó ayer la celebración de la patrona de la Guardia Civil, "ofendida" por el discurso de su jefe en Cataluña. El general Pedro Garrido advirtió que se tomarán "todas las medidas necesarias" para que el cuerpo siga en Cataluña y que se "combatirá sin tregua ni pena" a quienes "recorran el camino a la independencia siguiendo la senda del terror".

Según fuentes de la Consejería de Interior, los mandos de los Mossos y del departamento se sintieron "ofendidos" por lo que juzgaron alusiones indirectas de Garrido al mayor Josep Lluís Trapero y a la intendente Teresa Laplana, procesados por rebelión y a la espera de juicio en la Audiencia Nacional.

Garrido subrayó que la Guardia Civil ha contribuido a la "cimentación" de la sentencia del 'procés' -que se conocerá en los próximos días- con "un trabajo de investigación objetivo, riguroso y exhaustivo". Entre los invitados al acto estaba Javier Zaragoza, uno de los fiscales que actuaron en el juicio.

El enfado de los Mossos llega un día después de que la Policía catalana, la Guardia Civil y la Policía Nacional estrecharan su colaboración con vistas a las movilizaciones que se espera que comiencen en cuanto se haga pública la sentencia.

El consejero de Interior de la Generalitat, Miquel Buch, insistió en que "no hay ninguna injerencia política ni partidista" en los Mossos ni por parte del Govern ni de su presidente, Joaquim Torra. Buch prometió el martes que los Mossos actuarán para preservar la "convivencia".

Torra anunció que será el Parlament el que dé una respuesta, basada en "la democracia, los derechos humanos y el derecho a la autodeterminación", a la sentencia del Supremo -que calificó de "torpedo"- y avaló la "desobediencia civil". Pero su número dos, Pere Aragonès, de ERC, apostó por que el Govern responda al fallo "con mirada larga y mano tendida, apostando por la negociación y el diálogo".