Pedro Sánchez y Pablo Iglesias no se verán cara a cara antes de que, previsiblemente el lunes, el Rey abra una nueva ronda de consultas con los partidos políticos para testar las posibilidades de proponer un candidato a la investidura. El presidente en funciones rechazó ayer en el Congreso la oferta del líder de Unidas Podemos (UP) de un encuentro personal que allane las diferencias y remitió a Iglesias a que hiciera sus propuestas a través de los equipos negociadores, que tras el fracaso de la segunda reunión no tienen fijada fecha para volver a verse. Pese a ello, del cruce parlamentario de ayer entre Sánchez e Iglesias queda una aparente suavización de la confrontación abierta que marcaba las relaciones entre ambas formaciones en días precedentes.

El presidente en funciones comparecía en el Congreso para hablar sobre las cumbres europeas y responder a preguntas de la oposición. Fue la ocasión que aprovechó Iglesias para tentar a Sánchez con un cara a cara que abra la posibilidad de un acuerdo de investidura. La oferta llegó envuelta en reproches sobre la falta de contactos desde el fracaso de julio. "¿Pero usted cree que es serio que desde la investidura fallida no hayamos hablado por teléfono ni una sola vez?", le preguntó el líder de UP. Propuso al jefe del Ejecutivo un encuentro personal tomando como punto de partida la oferta de una vicepresidencia y tres ministerios que su formación rechazó en julio, por considerar que carecían de competencias acordes con la representación y los votos obtenidos por UP. Ese es el escollo inamovible. Sánchez insistió de nuevo en el rechazo a esa posibilidad, que se perdió el día en que Unidas Podemos votó en contra de que el Congreso lo invistiera presidente, e invitó a Iglesias a que traslade sus ideas a través de una nueva convocatoria del equipo negociador. Para el líder socialista, sólo cabe el pacto sobre la base de un programa compartido. "La pregunta que habrá que hacerle es si va a volver a impedir que haya un gobierno del PSOE y si va a llevar al país a elecciones", zanjó Sánchez para evidenciar que el único apoyo que le falta es el de Unidas Podemos. Ni uno ni otro quieren cargar con la responsabilidad de una vuelta a las urnas, por lo que la aparente suavización de las formas de ayer puede interpretarse tanto como una inflexión en las relaciones como un movimiento preventivo ante una nueva convocatoria.

Iglesias quedó ayer a la espera de una llamada del líder del PSOE. De no recibirla, será él quien se ponga en contacto con Sánchez, convencido de que todavía se puede alcanzar una solución al límite del tiempo para la disolución de las Cortes. Los socialistas, sin embargo, descartan que pueda llegar ese acuerdo de urgencia. "No espere a los golpes de efecto del último minuto porque ya tiene antecedentes de que no funcionan", advirtió la portavoz parlamentaria del PSOE, Adriana Lastra, a Pablo Iglesias.

Pedro Sánchez desoyó incluso el consejo del PNV, al que los socialistas consideran su "aliado estratégico". El portavoz peneuvista, Aitor Esteban, insistió en que "los únicos que pueden arreglar esto son ustedes, Sánchez e Iglesias, porque sus equipos ya no tienen capacidad negociadora". El bloqueo está ahora en las personas de ambos líderes, afirmó Esteban, por lo que el encuentro entre ellos dos se presenta como"una oportunidad" para "enfriar el clima político de enfrentamiento", que se empieza a convertir "en algo sistémico y preocupante".