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Sánchez explorará "otros caminos" tras truncar su elección la ruptura con Iglesias

La abstención de UP, que quiso negociar incluso desde la tribuna del Congreso, deja al candidato con 124 votos a favor, frente 155 en contra - Llama a PP, Cs y UP a desbloquear el camino: "Volvemos al punto de inicio"

Sánchez y la vicepresidenta, Carmen Calvo, sentados ayer con semblante serio, en sus escaños del Congreso. // Reuters

La investidura de Pedro Sánchez fracasó ayer por la ruptura de las negociaciones entre PSOE y Unidas Podemos. Pero el candidato piensa que "no hay que tirar la toalla", y en una entrevista televisiva anunció anoche que explorará "otros caminos" para "no concluir en unas elecciones". Llamó, así, a las otras tres grandes fuerzas políticas, PP, Ciudadanos y Podemos, a desbloquear la situación. "Hay que volver al punto de inicio".

Horas antes, el líder socialista se había convertido en el primer candidato a la Presidencia del Gobierno con dos investiduras fallidas en su haber, las dos truncadas por la negativa de Unidas Podemos (UP) a votar a favor de su designación. Y la de ayer, a diferencia de la del año 2016, por el manifiesto desacuerdo entre ambos partidos para cerrar un Gobierno de coalición; discrepancias que afloraron en intervenciones muy duras, cargadas de reproches (sobre todo, las del propio Sánchez y la portavoz del PSOE, Adriana Lastra), que dejan ver un margen muy escaso para el entendimiento con vistas a un nuevo intento antes de que se haga necesario convocar elecciones generales, el próximo 23 de septiembre.

Con las negociaciones rotas desde la noche del miércoles y UP lanzando una contraoferta apenas dos horas antes del comienzo de la sesión, el Congreso asistió antes de la votación a una muestra inédita de negociación en directo. Desde la tribuna, Pablo Iglesias ofreció renunciar al Ministerio de Trabajo -el gran escollo para alcanzar un acuerdo- a cambio de la "cesión" de las competencias en políticas activas de empleo, que gestionan las comunidades autónomas.

Estupor entre los diputados no solo del PSOE, sino también de las demás bancadas. Incluso hubo un receso de cinco minutos antes de la votación, solicitado por los seis diputados de IU dentro del Grupo de UP, en la que algunos parlamentarios debieron de ver una maniobra para fraguar un acuerdo al límite del tiempo disponible. Falsa alarma. La segunda votación comenzó, y a su término, como ya ocurriera el martes en la primera, el Pleno rechazó la candidatura del jefe del Ejecutivo en funciones, que volvió a sumar únicamente los 124 votos del PSOE y el del PRC.

En contra cosechó 155: los de PP (66), Cs (57), Vox (24), JxC (4), CC (2) y UPN (2). Y 67 abstenciones: UP (42), ERC (14), PNV (6), EH Bildu (4) y Compromís (1). Los únicos cambios respecto a la primera votación fueron que ERC pasó del "no" a la abstención y que todos los diputados de UP votaron lo mismo, sin el "no" que su número dos, Irene Montero, emitió telemáticamente antes de que su Grupo decidiera abstenerse.

Ahora, como fija la Constitución en su artículo 99, el candidato tiene hasta el 22 de septiembre, un día antes de que se cumplan dos meses desde la primera votación, para intentar una nueva investidura. Y a juzgar por las intervenciones de ayer, no parece que PSOE y UP estén en condiciones de entenderse para evitarlas, tras el fracaso de la negociación y la incomprensión que cada parte dice haber encontrado en la otra. La dureza de los reproches de Sánchez y Lastra y la respuesta de Iglesias destilaron auténtica acrimonia, y después del Pleno el socialista Rafael Simancas eludió decir si el candidato volverá a intentarlo en septiembre, cuando habrá "otros problemas", en alusión a la sentencia del "procés". El portavoz de ERC, Gabriel Rufián, también lo advirtió en su discurso: "Septiembre nos complica la vida a todos".

Además está lo que el propio secretario general del PSOE afirmó el jueves pasado, la víspera de que Iglesias renunciara a su ambición de sentarse en el Consejo de Ministros. "Mantengo la oferta (de un gobierno de coalición) hasta el día de la votación, después no habrá ninguna oferta", avisó ese día el candidato, dejando claro que, si UP no facilitaba su investidura, "cualquier formulación de entendimiento" posterior "no pasará ya por una coalición".

Sánchez se empleó ayer contra Iglesias, al que dedicó casi por entero su intervención, con un tono aún más duro. "Entre fuerzas de izquierda la investidura debería haber estado garantizada, pero el acuerdo no ha sido posible", empezó. "Lo lamento por la histórica oportunidad que se desvanece de incorporar una fuerza de izquierdas a la izquierda del PSOE".

Después empezaron los reproches: "Pronto advertí que el programa de Gobierno era algo secundario para usted, el problema nunca fue el programa". Y arremetió contra el líder de UP por tachar de "humillaciones" las ofertas de los socialistas. "No conozco precedente alguno de un dirigente de izquierdas que se siente humillado ante de la propuesta de la Vicepresidencia", que es, a su juicio, "una propuesta respetuosa y sensata, y más que razonable, ya que su formación no tiene experiencia alguna en la gestión del Gobierno, dada su juventud". Y ahí soltó el denuesto: "No se puede poner la Hacienda pública en manos de alguien que nunca ha gestionado un presupuesto".

El líder socialista reconoció que aspira a presidir el Gobierno, "pero no a cualquier precio ni cualquier Gobierno. Hace falta un Gobierno coherente y cohesionado. No dos gobiernos en uno". Y antes que "un Gobierno que no beneficia a España", Sánchez dijo que prefiere sus "convicciones". Porque, se preguntó, "¿de qué sirve, señor Iglesias, una izquierda que pierde incluso cuando gana?".

En su turno, Iglesias reclamó el "respeto" del PSOE, "al menos por nuestro apoyo en la moción de censura", y criticó las formas negociadoras de los socialistas: "Es muy difícil negociar un gobierno de coalición a 48 horas de la investidura y filtrando todo a la prensa. Una negociación de Gobierno necesita al menos no ser cutre".

Dio después su versión de las negociaciones. UP "aceptó todas" las peticiones del PSOE, "hasta un veto personal sin precedentes". Y defendió que su formación solo reclamó "competencias, no sillones. Competencias para subir el salario mínimo, para frenar las privatizaciones sanitarias, para que haya por fin una ley de eutanasia, para bajar las tasas universitarias... No hemos pedido nada más".

Fue aquí donde aseguró haber recibido un mensaje de un "relevante socialista" que le sugirió una nueva estrategia de negociación. Y para pasmo de los diputados, soltó desde la tribuna: "Renunciamos al Ministerio de Trabajo si ustedes nos dan las políticas activas de empleo". "Todavía estamos a tiempo de salvar esta investidura".

La última intervención fue la de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra. Partidaria declarada del acuerdo, ayer eligió la mano dura. Acusó a Iglesias de negarse a asumir "el resultado electoral" y de "exigir, en privado, controlar la mitad del gasto público". Lastra destripó las negociaciones, todo lo ofrecido y lo rechazado, y terminó reprochando a Iglesias sus "chantajes" y su deseo de tener "un gobierno paralelo al del PSOE". "Es la segunda vez que va a impedir un Gobierno de izquierdas en España. Curioso progresismo el suyo".

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