La desconfianza que marca las relaciones entre los socialistas y Unidas Podemos (UP) alcanza en los últimos días cotas impropias entre dos formaciones que, se supone, buscan un pacto. La decisión de Pablo Iglesias de presionar al aspirante socialista a presidir el Gobierno con la activación de la consulta a sus bases sobre la posición que debe adoptar su grupo parlamentario en el debate de investidura, que comienza en apenas ocho días, y los términos en que se formulan las preguntas aumenta el recelo de Pedro Sánchez. En el PSOE comienza a cundir la idea de que UP va a rechazar al candidato y a provocar una investidura fallida. El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, era ayer una de los ponía voz a ese temor, al señalar que la consulta a los 150.000 inscritos de Podemos, que se prolongará hasta el jueves de la próxima semana, "es sencillamente una trampa para un nuevo 'no', como ocurrió en 2016".

Cuando las negociaciones entre los dos partidos tendrían que estar alcanzando ya su tramo final, PSOE y UP ni siquiera se han sentado todavía con la pretensión de elaborar un documento común. Hubo primero una dilación por parte de Pedro Sánchez, quien tras las elecciones generales del 28 de abril abrió un prolongado tiempo de espera, criticado desde Podemos por la falta de contactos entre dos partes a las que se supone condenadas a entenderse. El martes pasado, el líder del PSOE trató de imprimir velocidad a la negociación en un nuevo encuentro, el quinto, con Iglesias para urgir una respuesta de UP al documento programático aprobado por la ejecutiva socialista como base para elaborar el acuerdo político entre ambos. Era tarde. Las posiciones estaban ya enconadas en exceso en torno a la divergencia crucial: la forma en que se articulará la ejecución política de ese acuerdo. Iglesias mantiene como irrenunciable su exigencia de que la formación que lidera tenga asientos en el Consejo de Ministros, hasta cuatro y una vicepresidencia. Sánchez fue muy explícito esta semana al argumentar su resistencia a que Iglesias y los suyos entren en el Gobierno. Sostiene que entre ambas formaciones existen diferencias en asuntos de Estado, como la cuestión catalana, que impedirían dar una respuesta coherente y única a situaciones que ya están en el horizonte, como la sentencia del Tribunal Supremo sobre la intentona independentista, que se espera para el otoño. El líder del PSOE no quiere, en definitiva, que Iglesias tenga la capacidad de abrir desde dentro una crisis en su Ejecutivo, lo que le proporcionaría una capacidad para marcar tiempos políticos de la que carecerá si solo es su socio preferente.

Los socialistas encauzan su presión sobre Iglesias reprochándole que su objetivo consiste en ser ministro a toda costa y ocupar una vicepresidencia, algo que el de Podemos niega. Sin embargo, para dejar en evidencia esa pretensión y a modo de acercamiento, Sánchez ofreció la posibilidad de que entren en su futuro Gobierno miembros de Podemos cuyo perfil técnico se sobreponga al político, una opción rechazada de plano por Iglesias.

Podemos anunció ya días atrás que, en cumplimiento de sus estatutos, preguntará a las bases sobre su posición en la investidura. La consulta se abrió el viernes y se prolongará hasta el jueves próximo. Los socialistas mostraban ayer su malestar por la inesperada forma de la convocatoria, pero también por la formulación de las preguntas, en la que ven más una forma de respaldar la postura de la dirección que de testar la auténtica opinión de las bases. Las dos opciones que se someten a lo inscritos traducen las posiciones en conflicto. "¿Para hacer presidente a Sánchez es necesario llegar a un acuerdo integral, programático y de equipos sin vetos donde las fuerzas de coalición tengan una representación claramente proporcional a sus votos?", se formula como primera posibilidad, la oficial. La opción, la socialista, apunta: "¿Para hacer presidente a Sánchez, ya sea mediante el voto a favor o la abstención, basta con la propuesta del partido socialista, es decir, un gobierno diseñado únicamente por el PSOE, colaboración en niveles administrativos subordinados al gobierno y acuerdo programático?".

El resultado se conocerá antes de que el lunes 22 se abra el debate de investidura y casi una semana antes de que el 25, en la segunda votación, Sánchez pueda salir presidente con más votos a favor que en contra. La negociación queda en suspenso a la espera de conocer los resultados y la decisión de las bases marcará una posición inamovible porque el reglamento de Podemos determina que la consulta a los inscritos tiene carácter vinculante para la dirección. Hasta ahora todas las convocatorias internas se saldaron con un amplio respaldo a las propuestas de Iglesias y nada hace predecir que esta vez no ocurra lo mismo. Ni siquiera la reactivación de voces críticas del partido, como la de la líder andaluza Teresa Rodríguez, para quien los términos en los que se formula la consulta constituyen un "insulto a la inteligencia".

Para Rodríguez, la pregunta "es tendenciosa" y "denota falta de confianza en los argumentos que se tienen para defender un pacto a toda costa". Apartada de la actividad pública por su baja de maternidad, la que es una de las principales opositoras internas a la actual dirección defiende un pacto programático con los socialistas sin entrar en el Gobierno, para evitar "regalarle nuestros logros y asumir las contradicciones de un PSOE históricamente habituado a defraudar". A Rodríguez se sumó ayer Ramón Espinar, exsecretario general de Podemos en Madrid, para quien "la consulta no tiene un pase". En coincidencia con esas voces internas, el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, advierte de la confusión entre "mecanismos de participación y mecanismos para refrendar lo que una dirección ya ha decidido", al tiempo que lamentaba que Podemos no esperase para someter a sus bases los términos de un posible acuerdo. Los socialistas consideran que esa convocatoria está pensada para que de ella salga el rechazo a investir a Sánchez si no acepta las condiciones de Iglesias y llevar al aspirante a un nuevo intento de investidura en septiembre.