Pedro Sánchez achaca a diferencias "de fondo" sobre asuntos de Estado su rechazo a un gobierno compartido con Pablo Iglesias. Esas discrepancias marcarían un ejecutivo de corta vida, por lo que el aspirante a la investidura propuso ayer, sin éxito, al líder de Unidas Podemos (UP) designar equipos negociadores que aborden la elaboración de un programa común. Iglesias rechaza esa opción mientras los socialistas no se abran de antemano a gobernar con ellos.

A tan solo diez días de la investidura, la distancia entre el PSOE y UP se mantiene inalterable. El cruce entre Sánchez e Iglesias comenzó ayer en la esfera mediática y acabó con una conversación telefónica entre ambos, que sirvió para constatar la falta de acercamiento.

El presidente en funciones dejó claras sus reticencias hacia quien pretende ser su socio de Gobierno en una entrevista en TVE. Sánchez considera que las discrepancias importantes "de fondo" en cuestiones de Estado como la crisis de Cataluña acabarían por "paralizar" un Ejecutivo de coalición "por sus propias contradicciones internas". "Si esta legislatura, ante las puertas de una sentencia del Tribunal Supremo en breves meses, los independentistas vuelven a hacer algo como lo que hicieron hace dos años, ¿Unidas Podemos va a apoyar al Gobierno de España en la aplicación hipotética, que yo no deseo, del artículo 155 de la Constitución?", se preguntó el líder socialista. "¿Estaría (Pablo Iglesias) en un Gobierno que cree que no hay presos políticos, sino políticos presos que rinden cuentas ante la justicia por sus hechos ilegales?", añadió como ejemplo de que entre ambas formaciones existen "discrepancias de fondo muy serias", que hacen desaconsejable compartir el Ejecutivo, que requiere una "cohesión interna absoluta". El compromiso de Iglesias de suscribir un documento en el que se compromete a atenerse a lo que marque el futuro jefe del Gobierno en esas materias no disuelve las reticencias de Sánchez.

Para eludir el escollo que bloquea la negociación, el líder socialista propuso al de Unidas Podemos negociar "desde cero" y centrarse en "lo que importa a los ciudadanos", aparcando las diferencias sobre cómo articular ese acuerdo en el nivel de decisión política.

Iglesias rechazó la oferta para insistir en que la negociación debe ser tanto sobre el programa común como sobre "los equipos" que deben llevarlo a cabo. "Lo lógico es que nos pongamos de acuerdo y seamos capaces de compartir el poder", insiste Iglesias, quien ayer volvió a aludir a un nuevo intento de investidura en septiembre, ante el previsible fracaso de la convocada para el 22 de julio. "Queremos que sea en julio, pero si el presidente no quiere que sea en julio y quiere llevarlo a septiembre, tenemos disponible el mes de agosto para acordar y para transigir", afirmaba Iglesias en una entrevista televisiva posterior a la de Sánchez.

La ejecutiva de Podemos, reunida ayer, considera insuficiente el texto aportado por el PSOE como elemento de negociación y propone como punto de partida los presupuestos pactados, que decayeron por falta de respaldo parlamentario, lo que forzó la convocatoria electoral de abril pasado. La dirección del partido de Iglesias asume que las negociaciones están "totalmente estancadas", lo que achaca a que "no hay voluntad real" por parte del PSOE en pactar. Podemos mantiene sin concretar la convocatoria de consulta a las bases anunciada para la próxima semana.

Las discrepancias entre Sánchez e Iglesias se extienden ahora incluso a las medidas para evitar en el futuro un bloqueo político como el actual. Mientras que el líder socialista es partidario de modificar la Carta Magna, lo que requeriría un amplio consenso parlamentario, el secretario general de Podemos considera que ese cambio "va contra el espíritu de la Constitución", que se aleja del presidencialismo para imponer un sistema de negociación parlamentaria.