"España necesita un Gobierno en el mes de julio, no en agosto ni en septiembre ni octubre". En estos términos urgió ayer el presidente Sánchez desde Osaka a los partidos que se sientan en el Congreso a facilitar su investidura cuando se someta el primer intento, en una fecha todavía por confirmar del mes a punto de comenzar.

"España no se puede paralizar", insiste el aspirante a encabezar de nuevo el Ejecutivo, para quien impedir que asuma ese papel "es lo mismo que bloquear la voluntad de la mayoría expresada en las urnas". Frente a esa postura, sobre Sánchez comienzan a caer las acusaciones de inacción por no negociar lo suficiente los apoyos necesarios.

Desde la ciudad japonesa de Osaka, donde asiste a la cumbre de los país que integran el G20, Sánchez incidió en lo mismo sobre lo que vienen machacando algunas de sus ministras en los últimos días. Ante la insinuación de Pablo Iglesias de que si fracasa la investidura al primer intento en septiembre habrá una segunda oportunidad, que será la buena, el presidente en funciones apremia a resolver su investidura en julio, en una fecha que se conocerá el martes, cuando se reúna con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, aunque ayer aseguraba que tiene "una ligera idea" sobre el día en que le gustaría que se celebre ese debate crucial.

Sánchez asegura que quiere volver cuanto antes al punto en que la acción de su Gobierno quedó interrumpida por el rechazo a sus cuentas, lo que derivó en el llamamiento a las urnas. El líder socialista considera como tareas prioritarias la aprobación de los presupuestos. Pese a que la ministra Montero advirtió ya hace algunas semanas de que, de retrasarse la investidura, carecería de sentido hablar de los presupuestos para este año y convendría preparar ya los del próximo ejercicio, Sánchez sostiene que urge trabajar sobre ellos, "al menos vamos a poner toda la maquinaria del ministerio de Hacienda" para conseguirlo, señaló.

"Unos y otros tienen que ser conscientes de que no se puede bloquear España y se debe facilitar la gobernabilidad", reclama el aspirante a repetir al frente del Ejecutivo. Con esta exigencia niega que su intención sea la ir a un nuevo llamamiento electoral, algo que sólo estaría, afirma, en la intención de quienes bloquean la legislatura, pese a que saben que "no hay alternativa" a un Gobierno socialista.

Después de Osaka, Sánchez estará hoy en Bruselas en la cumbre de los líderes europeos, compromisos que condicionarían sus movimientos para la investidura. El punto muerto de las negociaciones con Unidas Podemos, por el rechazo a que entren en el Gobierno, deriva ahora en acusaciones de inacción por parte de la formación morada. Pablo Iglesias deslizaba esta crítica en sus comentarios a un artículo periodístico en el que se reprochaba a Sánchez que sea un candidato que apremia a la oposición a facilitar la investidura sin tomar la iniciativa. "No negocia ni busca apoyos y echa la culpa del bloqueo a los demás", manifestaba el exsecretario de Organización de Unidas Podemos, Pablo Echenique, sumándose a las críticas de Iglesias. En la misma línea, el coordinador general de Izquierda Unida, Alberto Garzón, considera que el PSOE "no está abordando esta cuestión ni está haciendo nada para sacar adelante la investidura", aunque a los socialistas no les quedará otra salida que consensuar un acuerdo para evitar una repetición electoral.

Cálculos

Los cálculos del PP no van por el camino que pronostica Garzón. En el entorno de Pablo Casado, quien el lunes pasado se reunió con Pedro Sánchez, trabajan, según fuentes citadas por Efe, sobre la idea de que el líder del PSOE llevará el "pulso" con Unidas Podemos hasta el final y se presentará a la investidura en julio aunque no tenga los apoyos necesarios, para después agotar el plazo hasta convocar elecciones.

Para los populares, una segunda convocatoria electoral sería un "disparate", pese a que podría beneficiarles, al igual que al PSOE. Casado repite en los últimos días sus llamamientos a la investidura de Sánchez, aunque rechaza facilitarla, e invita a Ciudadanos a abstenerse con el propósito de que así Rivera le deje libre todo el campo de la oposición desde la derecha.

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, de ERC, reprochó ayer a Sánchez que se "autoimponga" un silencio sobre la cuestión catalana, al tiempo que advierte que ya "se le han acabado las excusas" para sentarse a dialogar con su formación, de cuya abstención podría depender que prospere la investidura.