Ada Colau está a las puertas de ser reelegida mañana alcaldesa de Barcelona. Repetiría en el cargo con el respaldo de los socialistas, que pasarían a ser socios de gobierno, y los tres concejales que Manuel Valls obtuvo en la coalición con Ciudadanos. Los tres restantes del partido de Rivera votarían en su contra. Con ello, Colau impediría que Ernest Maragall, el candidato de ERC y el más votado aunque empatado a concejales con los "comunes", se hiciera con la Alcaldía de la capital catalana.

Más allá de su estricta relevancia institucional, el sillón tiene un alto valor simbólico para el soberanismo, que ayer redobló la presión sobre la formación de Colau para que desista de entenderse con los socialistas. El presidente Torra acusó a Colau en el Parlament de "patrimonializar el Ayuntamiento de Barcelona" y de auparse de nuevo a la Alcaldía con los "votos del establishment, del puente aéreo, de la casta", en referencia al respaldo de Valls.

Ante la consulta convocada entre los 10.000 inscritos para que decidan si quieren que presida la corporación Maragall o Colau, el candidato de ERC advirtió a los votantes de la todavía alcaldesa de que "se está traicionando su voluntad, tergiversando el sentido de su voto y el resultado de las elecciones". A la espera de lo que salga de esa consulta, la segunda que realiza la formación, el PSC confía en un acuerdo con Colau, que los devolvería de nuevo al equipo de gobierno municipal, en el que estaban antes de la entrada en vigor del 155. El pacto podría incluir también que el socialista Collboni presidiera la Diputación de Barcelona.