El PP recurrirá de nuevo a Mariano Rajoy para dar lustre a su campaña de las municipales. Reaparecido el pasado 12 de abril en Pontevedra tras cuatro meses alejado de los focos, el expresidente del Gobierno ha vuelto a mostrar su disponibilidad para involucrarse en la agenda de su partido. Si no hay cambios, su participación podría llegar en dos actos en Lugo y Ourense. Será allí donde pronuncie sus primeras palabras en público después de la debacle protagonizada por su sucesor, Pablo Casado, que perdió en las generales 71 de los 137 heredados de su época en activo. En los últimos días el líder del partido llegó a comparar su fiasco con el del propio Rajoy en 2008.

La caravana electoral de los populares destapa con la aparición del exmandatario una de sus principales incógnitas. Hasta el momento se desconocía si iba a guardar silencio en un momento particularmente complejo para el PP, o si de lo contrario adoptaría de nuevo un papel más activo. La opción elegida, finalmente, será la segunda.

Su intervención, en realidad, no será en sí una reaparición. Hace escasas tres semanas, Rajoy se dio un baño de masas en Pontevedra, su ciudad, donde recibió todo tipo de ovaciones y lisonjas a su trayectoria pública. Muchas procedentes de su amiga Ana Pastor, a quien decidió arropar con su presencia. En aquel evento, el antiguo jefe del partido recetó moderación y "sentido común" para tratar de ganar unas elecciones "huyendo de la prepotencia".

Palabras similares pronunciaría un día después en Mos, en un almuerzo-mitin en el que se sumó a la tesis de la concentración de apoyos en el PP. "Cualquier otro es un voto inútil, divide, le quita escaños a las candidaturas del centro-derecha, no sirve para nada y evita el cambio", continuó. Ambas intervenciones no dejaron de lado los elogios a Casado, a quien calificó como un hombre "joven, curtido, con ambición y con ganas" y al que llegó a pronosticar una victoria electoral que, sin embargo, no llegó a producirse.