El presidente del tribunal, Manuel Marchena, recondujo ayer el examen de casi todos los testigos propuestos por las defensas, que empezaron la víspera y ocuparán las próximas semanas, y lo hizo con las palabras más duras que se le han escuchado hasta ahora en el juicio. Así, cuando Benet Salellas, abogado de Jordi Cuixart, interrogaba al catedrático de Derecho Constitucional Enoch Albertí, que participó en la redacción del Libro blanco sobre la transición nacional, que data de la época en que Artur Mas presidía el Govern. "No podemos permitir que el juicio se convierta en una lección de un constitucionalista a los magistrados del Supremo, esto es un insulto a los miembros del tribunal", soltó Marchena, para añadir: "Si el testigo hace una disertación académica convierte al profesor en perito". Y: "La Sala no puede escuchar lecciones de derecho constitucional".

Marchena cortó prácticamente a todos los testigos. Como a Gerardo Pisarello, teniente de alcalde de Barcelona y candidato de En Comú Podem, que se remontó a los tiempos de Manuel Azaña para situar el origen del largo debate sobre el derecho de autodeterminación en Cataluña.

A Jacint Jordana, catedrático de Ciencias Políticas, le pidió que no se explayara sobre las funciones del Diplocat. Es "una disertación interesantísima y muy ilustrada, pero perfectamente prescindible", ironizó Marchena, esta vez sin asomo de enojo.

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Y a Mayte Aymerich, alcaldesa de Sant Vicenç dels Horts, que acompañó al acusado Oriol Junqueras a votar el 1-O, la reprendió por irse por "los derroteros del ideario político de quien sostenía el gobierno municipal" o que opinara sobre las órdenes judiciales que se dictaron para impedir el referéndum.

Otra destacada testifical fue la del exdiputado de la CUP David Fernández. "Si la autodeterminación es delito, me declaro abiertamente culpable y reincidente", arengó.

Ya como testigo declaró que el ambiente ante la Consejería de Economía el 20-S era de "serenidad pacifista prácticamente absoluta" y que los comportamientos violentos de los votantes el 1-O fueron algo "espontáneo, marginal y reactivo", aunque ese día dijo que se aplicaron técnicas de "murallas" humanas, "como cuando paramos un desahucio" -ilustró a la Sala-, que se enseñaban en los "talleres" de "resistencia pasiva" que él impartía.