Los incidentes del domingo en Rentería, donde cientos de personas trataron de boicotear un acto del líder de Ciudadanos, Albert Rivera, han elevado la tensión de la campaña, con dirigentes y candidatos cruzándose reproches sobre la forma de abordar no solo estos sucesos, también el debate nacionalista.

Rivera cree que la Fiscalía debería actuar de oficio e investigar los altercados porque según dijo ayer por la mañana algunos de los insultos y amenazas recibidos son constitutivos de delito.

Para el líder de Ciudadanos, lo que se vivió en Rentería es la consecuencia de cuarenta años de nacionalismo en el País Vasco y de haber "dado alas" a estas formaciones. Por eso, dijo, "no se puede gobernar de la mano de quienes provocan cosas así".

Los demás dirigentes, mientras, se han situado en posiciones muy distintas condenando -o no- los hechos.

Pedro Sánchez no se pronunció sobre lo ocurrido hasta ayer por la noche, cuando en una entrevista en Antena 3 fue preguntado tanto por estos incidentes como por el intento de boicot en Barcelona la semana pasada a un acto de la candidata del PP Cayetana Álvarez de Toledo.

El presidente del Gobierno reprobó los hechos porque considera que "la democracia es incompatible con la intolerancia" y añadió que él defiende una España "respetuosa y tolerante" en la que "el insulto y la discrepancia dejen paso a la palabra, a la razón".

"Por supuesto que la política tiene emoción pero es importante reivindicar la moderación como una actitud vital en política", dijo.

El hecho de que Sánchez no hubiera dicho nada hasta ayer por noche fue aprovechado por el líder del PP, Pablo Casado, quien criticó el "silencio cómplice" del candidato socialista con los violentos en esta campaña.

Y le reclamó que diga si está "al lado de los partidos que jalean la violencia" o piensa adoptar "medidas contundentes para evitarlo".

Desde Podemos, en la misma postura -y polémica- que tuvo ayer se mantuvo el responsable de Organización de Podemos, Pablo Echenique. El domingo en Twitter acusó a Ciudadanos de acudir a Rentería a "incendiar la convivencia", y ayer fue más allá al señalar que lo que quiere incendiar Rivera es "el conflicto territorial en España".

El líder de su partido, Pablo Iglesias, no quiso aludir directamente al incidente en su acto de Palma, pero sí lanzó un reproche a "algunos" que en esta campaña quieren hablar de ETA en lugar de hacer propuestas electorales.

Y desde Vox, el líder de esta formación de extrema derecha, Santiago Abascal, responsabilizó directamente a Sánchez del "clima de violencia" que observa en la campaña, por haber "pactado con todos los enemigos de España y la libertad".

Todo en una jornada en la que Iglesias eligió las islas, en su caso Baleares, mientras Casado viajó a Canarias, y Sánchez y Rivera se quedaron en la Comunidad de Madrid.

En busca del voto pensionista está Pedro Sánchez, quien ayer visitó un centro de mayores en Leganés, donde negó que sus políticas sociales supongan "ningún agujero" a las arcas públicas. Para agujero el que dejaron las autopistas rescatadas por culpa de un "desaguisado" del PP, dijo.

Y en este centro, ante 200 asistentes, Sánchez prometió de nuevo blindar el sistema de pensiones.

Mientras el líder hablaba de pensiones su partido hacía público -por fin- el programa electoral socialista. Aunque no es el último en hacerlo, porque aún falta por conocer el de Ciudadanos.

Un programa en el que el PSOE rechaza tanto el derecho de autodeterminación como la aplicación del 155 en Cataluña. Ni una cosa ni la otra, sino un "nuevo impulso del autogobierno" es lo que prometen los socialistas.

En Las Palmas, Pablo Casado volvió a hacer un discurso contundente contra la inmigración ilegal -que repitió después en Tenerife-.

De nuevo, el líder del PP habló de "efecto llamada" o denunció la filosofía de "papeles para todos" que pretende poner en práctica el Gobierno de Pedro Sánchez y ha dicho, también, que estas "oleadas" de inmigrantes ponen en peligro los servicios sociales y el estado de bienestar.

Y en Palma, en el inicio de la temporada hotelera, Pablo Iglesias prometió acabar con la precariedad laboral de las "kellys" -las camareras de hotel-.

Albert Rivera se puso ayer lunes el traje de motero junto a otros candidatos como Marcos de Quinto y Edmundo Bal y se dio una vuelta por una de las carreteras más concurridas por los aficionados a las dos ruedas, la de Santa María de la Alameda.

Allí prometió la supresión de los "guardarraíles asesinos" en las carreteras.

Y mientras los candidatos seguían con sus rutas, la Agencia EFE celebró ayer por la mañana un debate sobre economía entre representantes de los cuatro grandes partidos, que dejó claros los dos bloques que hay, a derecha e izquierda, en lo que a política fiscal se refiere.

Porque la disyuntiva entre subir impuestos para mejorar la recaudación y financiar mejores políticas sociales, defendida por PSOE y Unidas Podemos, o bajarlos para impulsar la actividad económica, esgrimida por PP y Ciudadanos (Cs), fue uno de los momentos clave de este debate.