El desembarco de los agentes de las unidades de intervención policial (UIP) en el juicio del procés trajo ayer consigo un lenguaje tan directo que por momentos resultó demasiado fuerte para el presidente del tribunal, Manuel Marchena.
Así ocurrió con el antidisturbios que declaró en quinto lugar, que, para ilustrar el grado de imprecación que sufrió el 1-O , soltó: "Mi madre vive en Gandía y esa tarde se tuvo que duchar 200 veces, tanto se cagaron en ella".
El mismo agente relató que durante la intervención en el colegio Estel vio "acercarse a una señora bien peinada y vestida, con la mano en la nariz, que nos dijo: '¡Qué mal huelen los policías nacionales, menos mal que con la república no vais a volver!'".
Marchena le reconvino varias veces, pidiéndole que evitara caer en "disgregaciones", pero al agente más locuaz de los 17 que declararon ayer le vencía el relato que llevaba dentro: "Es difícil mirar a la cara a una persona que ves en su mirada que te quiere matar". Hasta el 1-O, él solo había visto un odio tal "cuando el juez Marlaska" les enviaba al País Vasco a coger terroristas.
También describió a una votante que "pesaría 40 kilos mojada" como "una tigresa" a la que no se podía separar de la puerta de un colegio a la que se había agarrado, y una pareja de agentes de los Mossos que se "escondió detrás de unos setos" y que ni siquiera les ofreció agua.
El ambiente era de "cánticos que no eran rumbas catalanas, sino frases llenas de odio".
Otro antidisturbios justificó el uso de pelotas de goma como "último recurso", porque les tiraban "de todo" cuando "huían" de la escuela Ramon Llull. Y otro más juró que un votante le espetó: "Tu madre es una perra por haber parido un hijo así".
