Un locuaz antidisturbios ha narrado en el juicio del procés que a su llegada a un colegio el 1-O vio como "los mossos se escondieron detrás de unos setos" mientras eran recibidos con "cánticos que no eran rumbas catalanas, sino frases llenas de odio", especialmente contra su madre que "aquel día -ha dicho- se tuvo que duchar 200 veces".

Tales han sido los ejemplos y el lenguaje del testigo, que ha acabado con la paciencia del presidente del tribunal Manuel Marchena, que le ha cortado cuando se iba por las ramas recreándose en detalles como que una activista de apenas 40 kilos "era una tigresa" a la que no podían sacar de la puerta de un colegio.

El núcleo de su relato ha sido el colegio Estel. Allí acudieron "en apoyo de los Mossos", por eso le sorprendió que a su llegada "la pareja de mossos y una mossa se escondieron detrás de unos setos" e, indignado, ha dicho que ni siquiera les ofrecieron agua.

Y mientras esto sucedía, ellos tenían que hacer frente a una "masa hostil" de 700 personas allí apostadas, que les recibieron con "cánticos que no eran rumbas catalanas, sino frases llenas de odio, nada lúdico festivo".

"Nos dijeron de todo. Mi madre, que vive en Gandía, ese día se tuvo que duchar 200 veces" por los insultos que le profirieron en este colegio, ha dicho el policía antes de ponerse a contextualizar cómo fue su experiencia en Cataluña en aquellos días.

Por ejemplo, en el edificio de Jefatura en Barcelona. Se acercó una señora a quien la vida ha tratado "amablemente", porque "iba bien peinada, bien vestida" y que se tapó la nariz y les dijo: 'qué mal huelen los policías nacionales, menos mal que con la República ya no vais a venir más".

O con los estibadores y el personal portuario con los que trataban en Barcelona. "Nos decían que nos íbamos a morir de hambre porque no iban a dejar que nos llevaran comida", ha apuntado.

Llegados a este punto, las analogías con el País Vasco no han tardado en llegar, cuando ha señalado que "es difícil mirarle a la cara a una persona que ves en su mirada que te quiere matar", algo que solo ha visto "cuando el juez Marlaska" les mandaba a coger terroristas, lo que ha provocado la intervención del presidente del tribunal que ha cortado al testigo para evitar "disgregaciones".

Pero no ha servido para mucho, porque inmediatamente después ha contado el enésimo episodio a la abogada del estado, Rosa María Seoane, cuando ha indicado que había una activista "que pesaría 40 kilos mojada" y que, pese a ello, no la podían sacar del colegio entre dos agentes, ya que se comportaba como "una tigresa".

"Vamos a ver, vamos a ver. No, mire, señor agente, la abogada del Estado le ha preguntado si fue el único agente que sufrió una agresión o si fue generalizado. Con la primera frase (había respondido que sí), ya es suficiente", ha zanjado Marchena.