Lo que iba a ocurrir el 1 de octubre en Cataluña, con enfrentamientos de distinto cariz, fuerzas policiales desbordabas y posibles heridos por ambas partes era bastante previsible. En eso vinieron a coincidir ayer los testimonios de responsables de los cuerpos policiales que en la jornada del referéndum ilegal abandonaron el simulacro de cooperación que envolvía sus contactos en los días previos para actuar cada uno por su cuenta.

Todos sabían que el dispositivo preparado por la policía autonómica catalana no daba cobertura suficiente a lo que cabía esperar en un día en que era previsible "una escalada de violencia". Así lo reconoció ayer el entonces jefe de la Comisaría General de Información de los Mossos, Manel Castellví, quien ratificó que en las reuniones de vísperas avisaron al Govern de lo que podía avecinarse si mantenía su convocatoria de consulta. Los responsables políticos desoyeron estos avisos, según Castellví, incluido su consejero, quien ahora se sienta en el banquillo de los acusados. "El señor Forn sabía nuestra postura, pero él compartía la del vicepresidente y el presidente del Govern", afirmó de manera explícita durante un testimonio a ratos titubeante.

La discrepancia entre los testigos radica, sin embargo, en las razones de por qué el dispositivo de seguridad fracasó. Sebastián Trapote, entonces jefe de la Policía Nacional en Cataluña, y Angel Gozalo, su homólogo en la Guardia Civil, dejaron claro que esas carencias fueron deliberadas con el objetivo de que el referéndum se consumase. Castellví, en cambio, lo achacó a la imprevisión.

Los testimonios de Trapote y Gozalo resultaron coincidentes y enlazaron con el de Pérez de los Cobos, coordinador del operativo de seguridad: suplieron la inacción de los Mossos, las actuaciones fueron proporcionales y hubo desestimientos al verse desbordados por la concentración de personas. Trapote definió como "más bien pasiva" la actitud de la policía catalana y caracterizó como "insuficiente, inadecuado e ineficaz" el dispositivo diseñado. El 1-O, los efectivos a su mando se enfrentaron a grupos concentrados en los centros de votación que "estaban perfectamente organizados, sabían cómo resistir, formaban cadenas humanas, nos agredían, nos empujaban", relató Trapote.

El teniente general Ángel Gozalo fue más allá que su antecesor en el testimonio para apuntar que la disposición de los Mossos fue en unos casos de "de pasividad" pero en otros, muy concretos, de "resistencia". Desde días antes, Gozalo aprecia que existían "sombras de duda" sobre el comportamiento de la policía autonómica. El 19 de septiembre tardaron cuarenta minutos en llegar a reforzar el registro a Unipost, la empresa que tenía encargado distribuir los sobres y las papeletas. Al día siguiente no acordonaron el entorno de la Consellería de Economía, donde una multitud impidió la salida de la comisión judicial al finalizar el registro.

A propósito de este episodio, el entonces jefe de la Guardia Civil en Cataluña aclaró un aspecto que hasta ahora solo había surgido de manera colateral en el juicio, pero que adquiere relevancia cuando las defensas preguntan cada día por la localización de armas de fuego en los incidentes, cuya ausencia rebaja el teórico componente violento de las concentraciones, imprescindible para que la Fiscalía sustente la acusación de rebelión. Gozalo relató que dentro de los coches de la Guardia Civil que terminaron destrozaron por los manifestantes "había armas largas preparadas para disparar pelotas de goma". Por su altura, los coches no pudieron acceder al garaje de la Consellería "En un principio (las armas) estaban custodiadas por los equipos de seguridad que daban protección a la comitiva" hasta que "humanamente fue posible". Ante la presión de los concentrados, lo encargados "siguieron observantes" , pero los vehículos quedaron a merced de la multitud y, con ellos, las armas.

Manel Castellví fue el primer responsable de los Mossos al que se escucha en la vista oral. Reconoció implícitamente algunos de los reproches de los testigos anteriores al exponer que el 1-O sus agentes tenían como "misión dialogar, mediar con los concentrados". A los Mossos se les reprocha que se acogieran a la indicación judicial de preservar la convivencia en detrimento del objetivo principal que era impedir la celebración de la consulta. Como responsable de Información era conocedor de lo que se estaba gestando en el seno de las fuerzas soberanistas. "Lo que más nos preocupaba es que el independentismo radical se apropiara de los CDR", que entonces eran comités de defensa del referéndum, ante de mutar en defensores de la república. El temor a "una escalada de violencia" fue expuesto en dos reuniones previas al gran día con el ánimo de que el Govern desistiera de seguir adelante. Pese a ello, Puigdemont decidió continuar, invocando el mandato popular. Los responsables policiales "lo que hicimos fue dejar bien claro que actuaríamos en cumplimiento del auto judicial" que les ordenaba impedir el referéndum. Castellví, quien el lunes volverá para someterse a las preguntas de las defensas, aseguró que sintió "frustración" al conocer que el referéndum iba adelante. Sabían de antemano que "la convocatoria sería pacífica, de resistencia pasiva sin violencia, éramos conscientes de que se iba producir la escalada, pero no esperábamos la magnitud del movimiento social que se produjo y ahí quizá hemos fracasado. El dispositivo de los tres cuerpos fue insuficiente", reconoció. "En el análisis de riesgo nos equivocamos todos", afirmó en descargo del cuerpo.