La ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, que lidera la lista del PSC por Barcelona, reclamó ayer en la Ciudad Condal el fin de los "bloques", mientras a escasos kilómetros, en L'Hospitalet del Llobregat, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, daba a entender que el triunfo de la alianza de derechas nacida tras las elecciones andaluzas es la única garantía de que los independentistas no sigan teniendo "las llaves del Gobierno".

Eso sí, marcando las distancias tanto con su más directo rival, el PP, como con el PSOE: "No me veréis hablando de Franco o del aborto, eso lo dejo para Casado y Sánchez. Yo quiero hablar de España", prometió el candidato de los naranjas.

El consejo nacional del PSC proclamó ayer a Batet candidata por Barcelona para el 28-A, una elección que la ministra plantea como una "encrucijada" entre la "esperanza" del PSOE y unos PP, Cs y Vox en el "córner de la extrema derecha".

"Estas elecciones son una encrucijada en la que se plantean dos alternativas: o la continuidad de un Gobierno progresista y dialogante o el acceso al Gobierno de tres derechas que piensan hacernos retroceder décadas", advirtió el líder del PSC, Miquel Iceta, proponiendo la metáfora de la "encrucijada".

Batet se la apropió porque a su parecer el 28 de abril se decide "si queremos ir hacia delante o hacia atrás". Y añadió: "Os quiero decir bien claro que no quiero un gobierno de derechas porque quiero demasiado a este país y a su gente como para tener que sufrir cuatro años más un gobierno más de derechas que nunca. Se ha acabado el centro-derecha o la derecha matizada: están todos en el córner de la extrema derecha".

Pero fue otro miembro del Ejecutivo, el ministro de Fomento, José Luis Ábalos, quien lanzó las palabras más duras contra Ciudadanos y el Partido Popular, al tachar a los primeros de "inútiles" y de "impostor" al ex primer ministro francés y alcaldable por Barcelona con el apoyo de Cs, Manuel Valls, a quien criticó que fuera a la manifestación de febrero en la plaza Colón de Madrid y le ha acusado de "traicionarse a sí mismo".

"Un progresista no asiste a ningún acto adonde vayan los nazis ni los fascistas", añadió. Para él, "los que vienen a regenerar la política solamente van a los mercados de ocasión a traer viejos políticos", después de que Valls presentara esta semana al ex ministro socialista Celestino Corbacho como número 3 de su plataforma electoral Barcelona Capital Europea, y vaticinar, asimismo, que Pablo Casado se va a "cargar" a su partido.

De Valls, precisamente, hablaba Rivera a pocos kilómetros de Batet. Y sentado al lado de un exministro del PSOE, Celestino Corbacho, "número tres" de la lista del ex jefe de Gobierno francés al Consistorio barcelonés. "Ojalá, Celestino, consigáis junto a Manuel Valls y esa plataforma, que hemos formado, liderar Barcelona, que necesita un alcalde y un equipo de constitucionalistas para que vuelva a ser motor de España".

El líder de Ciudadanos se esforzó por lanzar un mensaje centrista, alejado de los políticos que dicen "que hay que volver a las dos Españas" o que en Cataluña hay "buenos y malos catalanes". "Huyan de ese tipo de liderazgos", aconsejó, y pidió que se"reflexione" sobre qué España se quiere y advirtió del peligro de elegir a partidos que "buscan dividir en rojos o azules después de 40 años" o entre "los sectarios e intolerantes que te ponen la cruz si no piensas igual".

El líder de Cs apostó por un gobierno de gente "preparada, moderada y patriótica" y ha propuesto construir un "gran centro político" en línea con lo que pasó en la Transición, con UCD.