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Turull, el político del juicio

El portavoz del independentismo impuso su discurso al fiscal con la venia del presidente

El fiscal Jaime Moreno. // E.P.

El proceso al procés es también el procés al proceso. Lo fue el jueves pasado en las palabras del apóstol Oriol y lo fue ayer en las no respuestas del político Jordi. Oriol Junqueras fue apostólico porque quiere difundir la palabra, ser querido y amar y es capaz de no defenderse de las acusaciones porque está dispuesto a ser sacrificado. Jordi Turull fue político porque prefirió esquivar las preguntas del fiscal Jaime Moreno a rechazarlas y aprovechó cuanto pudo para colocar su argumentario.

Turull y Junqueras se aprovecharon de estar en una vista oral visual. No es pública en su espacio natural (la sala) sino retransmitida a través de internet y, desde ahí, por decenas de medios de comunicación que convierten la vista en muy vista y, sobre todo, grabada. El presidente del tribunal, Manuel Marchena, lo sabe y es muy generoso con las explayadas independentistas para no ser señalado como un represor.

Quedó claro desde el principio que la defensa de Turull iba a ser un ataque a las preguntas del fiscal para demostrarle que la carne de político viejo es correosa y difícil de masticar. Turull tiene 52 años (ayer cumplió uno en la cárcel) y lleva 37 años en política, lo que concuerda en esa cara más joven que su cabeza.

Las capacidades de este pálido flemático se forjaron en 16 años como concejal de Parets del Vallés, área metropolitana de Barcelona. Su carrera de diputado del Parlament desde 2006 se aceleró por la corrupción de CiU y por el proceso independentista. Presidió su grupo parlamentario después de que dimitiera Oriol Pujol Ferrusola, condenado por cohecho, falsedad documental y tráfico de influencias. Llegó a consejero de la presidencia con Carles Puigdemont en junio de 2017, dos meses antes del referéndum. El lunes en que Puigdemont no volvió al despacho del palacio de la Generalitat, Turull pasó a ocupar el cargo más alto de su partido en el gobierno y fue propuesto para president cuando resultaron inviables el fugado Puigdemont y el preso Jordi Sánchez. Al día siguiente entró en la cárcel.

Ayer contestó al fiscal ceñudo y ceñido, sin un sí ni un no, sin recordar las fechas que le demandaban, pero regándolo todo con las que necesitaba.

Básicamente dijo que ponderó siempre hacer lo que pedía el pueblo catalán -"que no es un rebaño"- con no incurrir en delito. Cuando decía "ponderar", las manos de Jordi Turull sopesaban el aire, poniendo atención, pero calculando a ojo.

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