Pedro Sánchez y Pablo Casado lanzaron ayer sendas alertas de colisión (en el primer caso por el "triunfo del extremismo" y de los "ultras", en el segundo por "el caos" que se adueñaría del país si el PSOE retuviera el Gobierno), mientras el líder de Cs, Albert Rivera, se esforzaba por recuperar el perfil centrista que "la foto de Colón" le hurtó. Los tres se emplearon ayer como si ya estuviesen en la segunda semana de campaña, aunque aún falten casi dos meses para que empiece.

Pero no va a haber tregua: ni entonces, ni en esta larga precampaña que arrancó el viernes con la convocatoria-mitin desde Moncloa del jefe del Ejecutivo. Ayer, en Mérida, con el presidente extremeño, Guillermo Fernández Vara, a su lado, Sánchez empleó casi todo su vocabulario para estimular las ganas de votar del electorado de izquierdas. De "toda" la izquierda, como precisó la víspera en Sevilla.

A pesar del peligro de la "polarización", invitó a los progresistas (políticos y votantes) a evitar "el enfrentamiento y la crispación" que propugna la derecha, con esa "foto de la plaza de Colón" que representa "la involución" y significa "regresar a la España de hace 40 años", "la España que ellos quieren, en la que sólo caben ellos".

Con todo, consciente de que PP, Cs y Vox tienen más camino andado hacia el acuerdo y la formación de Gobierno que el PSOE y los partidos que sumaron para echar a Mariano Rajoy (Cataluña une a la tripleta de derechas, pero al bloque de la moción de censura lo deshilacha), llamó a la movilización por segundo día consecutivo. "La abstención puede dar el triunfo al extremismo y a los posicionamientos más ultras", advirtió.

Ahora bien, visto que Cs es el único partido que puede cambiar de bando (por remota que sea la posibilidad), Sánchez avisó a Rivera de que el "cordón sanitario" que le ha puesto al PSOE "ata" a Ciudadanos "a la ultraderecha".

A Rivera no se le escapa eso, y si se le olvida, ahí está "la foto de Colón" para recordárselo. Quizá por eso insistió ayer en que hay que "echar" a Sánchez, el "dinamitador" del frente constitucionalista, pero "con votos, no insultándole", generando "una ola de dignidad e ilusión". ¿Y cómo? Pues con una propuesta de "centro", con el "patriotismo civil" como "mejor antídoto contra el nacionalismo".

Casado, en cambio, no aligeró un ápice el tono de su discurso. Volvió a jactarse de haber logrado que Sánchez tirara "la toalla" y de que el país "no se arruinara por tercera vez"; vaticinó que al PP le irá muy bien en las urnas ("¿no es poca encuesta lo que vimos el otro día en Colon?") y planteó al electorado otra de sus disyuntivas de todo o nada: el 28-A se decide entre "la unidad nacional o el caos".

Los primeros sondeos no hacen sino confirmar la polarización, la fragmentación y las dificultades para formar gobierno después de los comicios. La encuesta que publica "La Vanguardia" da al PSOE 119 escaños (frente a los 84 de 2016), pero sitúa a tres actas de la mayoría absoluta la suma de PP (97), Cs (60) y Vox (16), que juntos reunirían 173. Unidos Podemos caería de 71 a 32.

El sondeo de "El Periódico" otorga al PSOE entre 115 y 117, el PP bajaría a entre 75 y 77 (tiene ahora 137) y Cs subiría a entre 44 y 47, con Vox disputándole el tercer puesto con entre 43 y 46. Podemos caería a entre 36 y 39.