Venerable con sólo cincuenta años, desde una barba canosa y sin permitirse una sola sonrisa, Felipe VI nos recuerda en su discurso de este año que aprende de sus errores verbales y no verbales (aunque le quedan algunos por corregir). También pone el foco, sutilmente, en la continuidad de la Corona en la figura de su hija.

Vamos a ver estos tres puntos del discurso (corrección de errores, errores que aún comete y continuidad de la monarquía) en el siguiente análisis:

- Felipe VI corrige sus errores

En el análisis del año pasado veíamos oros en los muebles, signo de opulencia, y un primer plano desde abajo, que nos alejaban emocionalmente del Rey a la par que nos recordaban que él está por encima de nosotros. Este año, sin embargo, han desaparecido los muebles dorados y ese primer enfoque con la cámara del Rey desde abajo. Además, hay un árbol con lucecitas de Navidad que se puede ver a través de la ventana, y que da un aire más alegre a la escena, muy acertado en mi opinión.

Otro error que ha corregido respecto al discurso del año pasado es la negatividad de la verbalización. El año pasado, había abundantes giros negativos en el lenguaje. Este año se han reducido drásticamente, y apenas podemos encontrar alguna expresión innecesariamente negativa como “hoy no quiero dejar de recordar a quienes vivís una situación difícil”, que podría perfectamente haber expresado como “hoy quiero recordar especialmente a quienes vivís una situación difícil”. Aunque, como digo, respecto al mensaje del año pasado, ha mejorado mucho en este aspecto.

- Algunos errores que no ha corregido:

- Algunos errores que no ha corregido:Hay algo que no ha desaparecido respecto al año pasado: la referencia a sus hijas como “la Princesa Leonor y la Infanta Sofía”. Si quiere referirse a sus hijas por los títulos que ostentan, entonces, para tener una verbalización congruente, a los ciudadanos nos debería hablar de “usted”. O somos formales o no lo somos. No es lógico aplicar la formalidad para sí mismo y la informalidad para los ciudadanos, porque entonces lo que está haciendo es marcar las distancias. Por cierto, se refiere a su mujer como “la Reina”, sin nombre, sólo el título. Eso le aleja de nosotros. Según la teoría de la simulación, es muy difícil empatizar con personas que no se parecen a nosotros, y no me imagino a mi marido refiriéndose a mí como “la analista” o a mi hija como “la estudiante de sexto”. Quizá todo esto es lo que marca el protocolo, pero yo no os hablo de normas protocolarias (ése es otro tipo de análisis), sino de las implicaciones que tienen en nosotros y en nuestras emociones las diferentes conductas que observamos. En cualquier caso, el uso del “vosotros” en comparación con los títulos con los que nombra a su propia familia, le ayuda a transmitir su mensaje paternalista hacia los jóvenes.

Al igual que ya señalé el año pasado, sigue con una gestualidad muy forzada, que no nace fruto de la verdadera emoción sino que se ejecuta conscientemente. Esto se nota en la desincronía que vemos muchas veces entre el gesto y la palabra. Cuando el gesto es genuino, espontáneo, sale antes de la palabra o como muy tarde a la vez que la palabra. Pero cuando es el cerebro consciente, racional, el que ordena realizar el gesto, éste sale un poco después de la palabra. Aunque hay muchos gestos forzados en el discurso (repito, habitual en el Rey), un ejemplo podemos verlo en el min. 3’40 del mensaje: mientras dice “todo lo que esté en nuestras manos”, pone las manos con las palmas hacia arriba en forma de cuenco, en un gesto claramente intencional y demasiado obvio, como teatral.

Cuando comienza a dirigirse a los jóvenes (min. 02’21), inicia un gesto adaptador que dura varios segundos. Se trata de un gesto en el que autoacaricia sus dedos pulgar e índice, friccionando el uno contra el otro. Este tipo de gestos sirven para apaciguar los nervios y los hacemos en situaciones en que no estamos especialmente cómodos. Esto es más bien un error gordo de sus asesores, que se deberían haber dado cuenta.

Por último en este apartado de errores, seguimos sin ver emoción en la expresión facial del Rey. Es una persona muy seria y muy poco expresiva. Es más, cuando expresa, suelen ser expresiones de valencia negativa. Eso es difícil de corregir, pero no imposible. Es importante, para poder conectar con la audiencia, que una persona que habla en público sea capaz de transmitir a través de su comportamiento no verbal, y no se quede sólo con las palabras. El año pasado expresó emoción a través de su rostro al hablar sólo de la violencia de género. Este año, ni eso. Lo que, al final del discurso (min. 10’16) intentaba ser una sonrisa, se ha quedado en eso, en un intento.

- La continuidad: detrás de él, viene la Princesa Leonor

- La continuidad: detrás de él, viene la Princesa LeonorSupongo que muchos os habréis fijado en el portafotos que hay detrás del Rey, que luce brillante y sin competencia con otras imágenes, en la repisa de la cómoda, y que los asesores han colocado encima de 3 libros, para que se vea mejor. Es la imagen del 31 de octubre, el primer acto público en el que habló la Princesa Leonor, y que comenté en la televisión de Valencia, Levante Televisión.

Esta fotografía sustituye la imagen que veíamos el año pasado de los cuatro miembros de la Familia Real. Es decir, se está poniendo especial énfasis en la figura de la Princesa de Asturias como sucesora del Rey. Este énfasis es congruente con el mensaje verbal que lanza el Rey: los jóvenes deben preservar los valores y el espíritu de la Transición para que la democracia siga como hasta ahora.