El presidente Sánchez consumó ayer en el pleno del Congreso el giro de su discurso respecto al independentismo catalán que comenzó a gestarse con el descalabro de los socialistas en las elecciones andaluzas del 2 de diciembre pasado. El Gobierno anuncia contundencia con la Generalitat ante cualquier posible desviación de la ley, un endurecimiento de las formas que no contenta a PP y a Ciudadanos, que insisten en la intervención inmediata de la administración catalana con una nueva activación del artículo 155 de la Constitución. La actitud de Sánchez tuvo también el efecto de enervar a las formaciones independentistas. "La no negociación (con Cataluña) será su tumba política", sentenció el diputado de ERC Joan Tardá, una constatación de que el socialista está ya privado de los apoyos que los auparon hasta la Presidencia en la moción de censura contra Rajoy.

El pleno monográfico sobre Cataluña figuraba desde hace semanas en la agenda parlamentaria pero adquirió mayor relevancia tras las elecciones andaluzas y después de un intenso fin de semana, en el que los CDR cortaron autopistas con total impunidad y Torra invocó la vía eslovena, que concluyó más de 70 muertos, como posible salida a la situación catalana. Sánchez afirmó que será "firme y contundente" con el Govern si se aparta de la ley, lo que incluye que vuelvan a repetirse episodios de inacción de los Mossos ante los radicales. Instó a los secesionistas a abandonar toda esperanza de un referéndum y trabajar sobre "una fórmula" que aglutine a la mayoría de los catalanes y reconozca a quienes no son independentistas, para lo que es necesario hablar de "autogobierno, el Estatuto y la Constitución". En un debate por momentos bronco, en el que el cruce de los ya clásicos "fascista" y "golpista" hicieron que la presidenta Ana Pastor censurase a los diputados por el recurso al insulto, el jefe del Ejecutivo reprochó al PP su actitud incendiaria: los populares arrojan gasolina al conflicto mientras el Gobierno trata de extinguirlo con agua. A PP y a Ciudadanos les pidió humildad y "sentido de Estado" para buscar una salida al conflicto catalán.

Pablo Casado, quien en una de sus intervenciones llegó a tachar a Sánchez de "indecente", fue muy duro en su exigencia de un nuevo 155. "Aterrice, esto ya no da más de sí", instó a Sánchez tras preguntarle qué más tiene que pasar para que recurra a ese instrumento constitucional. Para el líder popular, el presidente es "cada vez más cómplice" de lo que ocurre en Cataluña, "se esconde tras el burladero" con un "discurso buenista" y con una "política de apaciguamiento" que acabará en "confrontación".

Como viene ocurriendo desde hace semanas, Albert Rivera coincidió con Casado en exigir contundencia frente al secesionismo y acusó a Sánchez de incurrir en "una grave irresponsabilidad" por no intervenir la Generalitat, al tiempo que reclamaba la inmediata convocatoria de elecciones .Para el presidente de Ciudadanos, el jefe del Gobierno debe dejarse de cartas a la Generalitat y recurrir al artículo 155 de la Constitución porque los catalanes necesitan sentirse protegidos y él tiene la obligación de garantizar su "integridad y seguridad". Instó Sánchez que aclare si, para adoptar esa medida, está esperando a que "haya muertos".

Desde el independentismo, Joan Tardá, portavoz de ERC, advirtió al presidente de que la consulta en Cataluña resulta "inevitable" y que la resistencia del Gobierno a negociar una referéndum "será su tumba política" como presidente. Tardá dejaba así de manifiesto la imposibilidad de Sánchez consiga recomponer los apoyos que lo llevaron a presidir el Ejecutivo. Carles Campuzano, del PDeCAT, recriminó al presidente que la irrupción de Vox en Andalucía le haya hecho cambiar su discurso sobre el conflicto catalán y a endurecer posiciones.