El Gobierno de Pedro Sánchez ajustó ayer sus previsiones sobre el crecimiento económico de España, rebajando una décima sus estimaciones anteriores, que también eran las del anterior ejecutivo de Mariano Rajoy. El nuevo cálculo supone que el producto interior bruto (PIB) crecerá el 2,6% este año y el 2,3% el próximo, confirmándose un cierto enfriamiento en la expansión de la economía que se atribuye principalmente al deterioro del saldo exterior por un doble motivo: la pérdida de vigor de los mercados de exportación de España y el encarecimiento de las importaciones de petróleo.

La ralentización del crecimiento, observada en la contabilidad de la economía española desde la segunda mitad de 2017, ha suscitado dos comportamientos políticos en las últimas semanas: por una parte, la renuencia del Gobierno a utilizar la palabra "desaceleración"; por otra, la propensión de dirigentes del PP a atribuir el menor empuje del PIB a la acción política del equipo de Pedro Sánchez. Ayer, la ministra de Economía, Nadia Calviño, también eludió hablar de desaceleración. España, explicó, "se encuentra en una fase positiva del ciclo económico, que alcanzó su punto más alto en 2015; desde entonces, ha registrado tasas de crecimiento robustas, pero progresivamente más moderadas, de forma absolutamente coherente con la madurez del ciclo", expuso.

El crecimiento del 2,6% para este año está en la línea de lo previsto para España por distintos organismos internacionales. Supera asimismo la primera previsión que hizo el Gobierno de Rajoy al elaborar los presupuestos de 2018 en octubre del pasado año (2,3%), luego corregida para elevarla al 2,7%.

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Conforme a los números del equipo de Calviño, la revisión a la baja del PIB no obstaculiza que se mantenga en el mismo nivel anterior la expectativa de descenso de la tasa de paro: 15,5% de promedio en 2018 y 13,8% en 2019. Y será un crecimiento suficiente para, unido a las medidas tributarias que contiene el borrador de los Presupuestos, cumplir la senda de reducción del déficit pactada con la UE: acabar el próximo año con un desfase entre gastos e ingresos equivalente como mucho al 1,8% del PIB.

La titular de Economía cree además que España estará en posición de obtener en 2019 un superávit estructural -descontados los efectos del ciclo económico- del 0,4%, resultado que permitiría al Estado acelerar la reducción de la deuda pública desde el 98,1% del PIB de 2018 al 95,5% en 2019. El nivel de endeudamiento de la Administración, reconoció Calviño, es ahora uno de los principales puntos vulnerables de la economía española. La ministra dio a entender que tiene plena confianza en que la Comisión Europea dé el visto bueno al proyecto de cuentas públicas. El foco y la preocupación de Bruselas está más puesta ahora sobre Italia.