Llegó como la incorporación más inesperada al gabinete pero nadie podía anticipar hace apenas una semana que su nombramiento como ministro de Cultura en el Gobierno de Pedro Sánchez fuera la única sorpresa que Màxim Huerta traía en la cartera. Ahora es el ministro más breve de la democracia. Duró lo que va de la promesa del cargo, el jueves pasado, a su dimisión, ayer poco después de las siete de la tarde, tras conocerse que defraudó a Hacienda más de 200.000 euros entre 2006 y 2008, cuando tributaba a través de una sociedad, una situación ya regularizada. En el mensaje de despedida se defendió: "Soy absolutamente inocente". A Huerta lo sustituye en el Ministerio José Guirao, almeriense de 59 años, un gestor cultural de amplia experiencia que estuvo al frente del Museo Reina Sofía de 1994 y 2001.

Sorprendente y fugaz. Así quedará para la historia el ya exministro Màxim Huerta. Al anunciar su renuncia, él mismo calificó su nombramiento como "extravagante", una decisión que lo convirtió "en blanco de las críticas por haber trabajado en un medio que todos ven y todos demonizan". Huerta defendió su inocencia y explicó que entre 2006 y 2008 facturó sus ingresos como presentador de televisión a través de una sociedad limitada, algo "común en la profesión y que no era ilegal en ese momento". Una "inspección retroactiva", que "entonces se calificó como una caza de brujas", destacó el exministro, entre personas destacadas de las artes y el espectáculo contrarias al Gobierno de Rajoy, hizo aflorar la forma irregular de tributación.

La sociedad de Huerta era meramente instrumental, carecía de actividad, de patrimonio, y tenía un solo empleado: él mismo. El único objetivo de Almáximo Profesionales de la Imagen SL, que así se denominaba la entidad, consistía en reducir el elevado tipo tributario que por sus ingresos tendría la declaración a través del IRPF y cargar como gastos de la empresa conceptos particulares que nunca podría desgravar una persona física. Huerta ingresaba en la sociedad lo que percibía por su participación en el programa de Ana Rosa Quintana, en Telecinco. De ahí apartaba una cantidad pequeña, que figuraba como ingresos personales, por los que tributaba por el procedimiento ordinario, mientras que la mayor cuantía figuraba como ingresos de la sociedad.

En contra de las explicaciones del exministro, técnicos de Hacienda afirmaban ayer que esa fórmula siempre fue irregular pese a que durante un tiempo estuviera muy extendida en algunos sectores profesionales. Huerta explicó que regularizó su situación con Hacienda y recurrió después la sanción por vía judicial, en la que obtuvo una resolución desfavorable. "Pagué la multa dos veces, la primera en lo económico y la segunda ahora", concluyó ayer al anunciar su renuncia. "La inocencia no vale nada ante esta jauría", afirmó con emoción contenida el presentador. Lamentó vivir en "una sociedad ahogada por el ruido" y mostró su renuncia como un intento de evitar "un bombardeo que lo único que hace es minar el proyecto de regeneración y transparencia del presidente Sánchez".

Huerta hizo pública su renuncia, en una intervención cargada de alusiones a la cultura y la transparencia, después de unas horas de resistencia a la presión mediática y a las primeras descalificaciones políticas. La reacción inicial al trascender su episodio con la hacienda pública fue darlo por zanjado alegando que todo estaba ya resuelto desde hacía años. Presidencia del Gobierno daba por buenas las explicaciones del todavía ministro y parecía dispuesta a afrontar las críticas que ya comenzaba a generar el fraude fiscal del titular de Cultura. La posición viró de manera progresiva hacia la renuncia, a lo que contribuyó la difusión de una grabación de febrero de 2015 en la que Pedro Sánchez afirmaba que no tendría en su equipo a nadie que tributara a través de una sociedad interpuesta. El entonces jefe de la oposición criticaba los manejos fiscales del fundador de Podemos Juan Carlos Monedero, quien cobró a través de una empresa instrumental sus trabajos de asesoría al Gobierno de Venezuela. Sánchez instaba a Pablo Iglesias a que forzase a Monedero a dejar la dirección del partido. Iglesias le devolvió ayer la pelota al arrogarse la salida de Huerta del gabinete atribuyéndola a la presión de Podemos.

La dimisión del ministro dejó al PP colgado con un argumentario ya listo para el desgaste verbal del Ejecutivo en los próximos días. También devolvió a escena a personajes desaparecidos de la vida pública, como la expresidenta madrileña Cristina Cifuentes, para quien el propósito inicial del exministro de continuar era un acto de "hipocresía".