Fernando Grande-Marlaska, el nuevo ministro del Interior, luchó contra ETA en sus años como juez de la Audiencia Nacional, donde procesó a Arnaldo Otegi y fue blanco de la banda, pero también contra la homofobia como uno de los pocos magistrados que ha reconocido sin miedo su homosexualidad.

Este bilbaíno de 55 años de trato amable, amante de los animales, defensor de los derechos humanos y crítico con el nacionalismo que ahora estará al cargo de las fuerzas de seguridad del Estado, convivió muchos años con ellas dirigiendo investigaciones desde sus diferentes destinos como juez instructor. Es un magistrado difícil de etiquetar políticamente. Se muestra contrario a los nacionalismos y con una ideología marcadamente social,

Fue en 2003 cuando dio el salto a Madrid, primero a plaza de Castilla y, tan solo un año después, a la Audiencia Nacional, donde pasó por hasta tres juzgados de instrucción.

En esos ocho años investigó numerosas causas contra ETA y su entorno, hasta el punto de que la banda lo tuvo en la diana e incluso planeó atentar contra él mientras veraneaba en la localidad riojana de Ezcaray.

En 2005 metió en prisión al etarra José Ignacio de Juana Chaos a raíz de dos cartas publicadas en Gara, decisión que impidió excarcelarle, y también procesó a Arnaldo Otegi por integración en ETA.

Marlaska investigó además el "chivatazo" dado a ETA en el bar Faisán en 2006 y fue el magistrado que, en 2009, envió a prisión a 31 supuestos miembros de Segi, organización que tildó de una "auténtica academia terrorista".

Entre sus decisiones polémicas figuran la investigación del accidente del Yak-42, que finalmente se tuvo que archivar, y el haber mandado a juicio a los autores de una caricatura de los Príncipes de Asturias en la portada de la revista "El Jueves".

Compartió sumarios con la fiscal Dolores Delgado, nueva ministra de Justicia y con la que tiene una buena relación, lo que les convierte en un tándem de perfil marcadamente técnico.