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Euforia en junio, resaca en otoño

El PSOE tiene ante sí un periodo dulce pero limitado; tras el verano se enfrentará a retos otra vez en Cataluña - El PP deberá someterse a un proceso casi refundacional

Euforia en junio, resaca en otoño

Las mieles de la contundente victoria que supone para el PSOE haber desalojado del gobierno al PP no están exentas de nubarrones a la vuelta del verano. Pero esos problemas pesan ahora menos que la oportunidad que supone para los socialistas un movimiento estratégico que constituye un inmenso balón de oxígeno. El escenario político nacional ha dado un vuelco y ese movimiento sísmico tendrá consecuencias imprevistas en el tablero autonómico. Los tiempos serán ahora muy importantes: la capacidad de resistencia que demuestre el gobierno de Pedro Sánchez, las estrategias de oposición feroz que aplique el malherido Partido Popular, la obligada reelaboración de estrategia que deberá afrontar Ciudadanos, la actitud de Podemos o los movimientos de los nacionalistas serán algunas de las claves que determinarán los plazos hasta unas nuevas elecciones generales.

La euforia en el PSOE es evidente y no es para menos. El líder derribado, al que insuflaron aliento Adriana Lastra y José Luis Ábalos cuando ni él mismo tenía fuerzas para recuperarse, ha alcanzado la presidencia del Gobierno, ha protagonizado la primera moción de censura exitosa de la democracia y ha demostrado que su capacidad para aprovechar las oportunidades cuando se presentan es encomiable. "Esta situación demuestra que aquellos temores de la vieja guardia que propició la abstención a la investidura de Rajoy fueron un gran error de cálculo", dicen fuentes sanchistas. Pero el escenario entonces era distinto a este.

A Rajoy, en cambio, le ha fallado la estrategia de dejar que los problemas se cuezan en su salsa y la corrupción se le pasó de hervor. Ese error táctico, con una imagen por los suelos, obligará a un proceso reconstituyente en el Partido Popular de conclusiones imprevistas. La búsqueda de nuevos rostros cerrará un ciclo de la política española. Todos estos mimbres marcarán de forma determinante el clima político nacional y autonómico. Hacer pronósticos es ahora arriesgado, pero la evolución dependerá de cómo interactúen y se desarrollen algunos elementos esenciales.

| Cataluña, siempre en el horizonte. Pedro Sánchez enterró temporalmente su idea de la España plurinacional, pero será este el momento de desempolvarla. ¿Con qué objetivo? El Gobierno tendrá que medir bien los límites de sus concesiones o de su estrategia para cambiar la música del conflicto catalán. Tendrá a su favor que los nacionalistas mostrarán menos beligerancia, pero esa actitud (que en parte dependerá de cómo actúe Puigdemont desde el exilio) tendrá caducidad. En otoño se prevé el juicio a los dirigentes del procés y Pedro Sánchez podría realizar algún guiño con el nacionalismo catalán, como el acercamiento de los presos. Pero no medir bien los pasos en esa cuestión puede tener consecuencias nefastas: algunos barones no admitirán excesos que pudieran penalizar sus expectativas electorales en las autonómicas y el Partido Popular y Ciudadanos no dejarán pasar la mínima.

| Éxitos inmediatos. Pedro Sánchez tiene sencillo adoptar algunas medidas superficiales pero que le permitirán entusiasmar y ganarse al electorado de izquierdas, como derogar la ley mordaza o hacer ajustes en la regulación laboral (aunque no podrá contar con el PNV para cambios relevantes). Pero la materia de la que puede sacar rédito y garantizarse apoyos suficientes en la Cámara no tendrá una duración indefinida. Los cartuchos son limitados y el Ejecutivo deberá afrontar decisiones importantes sobre las que se encuentra más encorsetado, como la batalla de las pensiones. Tampoco en política económica lo tendrá fácil: las posiciones de Podemos y del PNV son incompatibles y hacen difícil un acuerdo intermedio.

| La batalla por la izquierda. "Indirectamente esta es una victoria del bipartidismo", dice un dirigente del PP. No hay desacierto en el análisis: Ciudadanos es el gran damnificado ahora, con un PP que tiene tablas en jugar a la oposición y que se someterá a un proceso interno de renovación profundo, consciente de que debe deshacerse de mochilas y ganarse al electorado que se ha fugado a Ciudadanos. Pero tampoco el escenario es sencillo para Podemos: Pedro Sánchez ha dejado claro que es él quien lidera la izquierda, por lo que el conflicto por las expectativas electorales entre socialistas y podemistas será muy intenso.

| Los plazos y la aritmética parlamentaria. ¿Resistirá Pedro Sánchez lo que resta de legislatura o adelantará las elecciones? Y si lo hace, ¿cuándo? Esa pregunta es la que subyace en todo lo que ocurra a partir de ahora. El acceso al Gobierno ahora dará réditos demoscópicos inmediatos, así que cabe la opción de celebrar elecciones una vez que se hayan recogido. De ese modo, el PSOE lograría una mayor fortaleza parlamentaria. Lo lógico es considerar que Sánchez quiera prolongar su mandato hasta ver qué pasa en las autonómicas (en Andalucía las habrá antes de marzo y en la mayoría de comunidades, en mayo). Pero hay que calcular bien: el PP sacará fuerzas de flaqueza y es probable que comience a recuperar terreno pronto si en otoño se somete a una refundación. Alargar demasiado el mandato tiene también un serio riesgo de desgaste para el PSOE en una situación de debilidad parlamentaria.

| Todo se remueve. Olviden lo previsto hasta ahora. Esta nueva situación cambia radicalmente las perspectivas y obliga a los partidos a nuevas estrategias. Y es hacia la derecha hacia donde se dirigen las miradas.

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