El candidato socialista, Pedro Sánchez, aprovechó ayer sus réplicas a las intervenciones del portavoz de ERC, Joan Tardà, para marcar el terreno de juego en el que debe desarrollarse el diálogo ofrecido a los independentistas: el Estatut y la Constitución. Los intercambios entre Sánchez y Tardá se desarrollaron con la máxima prudencia del socialista, sabedor de que era mirado con mil ojos, y con la habitual vehemencia del republicano, que aprovechó su primera intervención para hacer una larga interpretación histórica del "procès", que remontó a la derrota electoral del PP en 2004.

Entre frases como "la corrupción es el ADN del régimen monárquico" o "el régimen del 78 nació bajo el signo de la impunidad de los crímenes franquistas", Tardà llamó a aprovechar la coyuntura para sanear la democracia española: "Si ahora no se reacciona, ya nada será creíble para la ciudadanía".

El republicano matizó enseguida el sentido de su apoyo a Sánchez -"nuestro 'sí' es un 'no' a Rajoy"- y constató que la crisis catalana está todavía en "fase de confrontación", para reclamar el paso al diálogo como estadio previo a la negociación. "Tenemos mirada larga para construir la República", aseguró, antes de conceder que esta podría no llegar: "De ustedes depende. ¿Qué tienen para hacer que los republicanos no sean más?", preguntó.

Tardà, con quien Sánchez discrepó sobre que haya "presos políticos", pidió a este "más entusiasmo, voluntad y atrevimiento" para que los independentistas no acaben pensando que es "un mini-Zapatero, cuya España federal no salió porque no se atrevió o no le dejaron". Sánchez afirmó que ambas partes tienen "que reforzar los mecanismos de cooperación federal", pero también "los lazos de lealtad". Tardá cerró con un ruego: "No nos tomen el pelo, tenemos demasiado dolor".