Josep Piqué (Vilanova i la Geltrú, Barcelona, 1955) recuerda con nostalgia su etapa como ministro de Asuntos Exteriores de Aznar pero califica de irrespirable su paso por el Parlament catalán donde descubrió horrorizado la huida hacia adelante de un movimiento nacionalista, que de no haberse precipitado para tratar de aprovechar la debilidad de España producida por la crisis económica, en dos generaciones habría resultado imparable. Hace once años abandonó la actividad política para entrar por la puerta grande en empresas como Vueling u OHL y ahora está empeñado en profundizar en su devoción por las relaciones internacionales como demuestra en "El mundo que nos viene" (Deusto), su flamante libro para reivindicar los valores de un mundo postoccidental en el que los anglosajones se repliegan y Europa pierde protagonismo.

-¿Tomará China el relevo de Estados Unidos en el liderazgo mundial?

-Eso es lo que pretende abiertamente cuando sus dirigentes proclaman que quieren ser la primera potencia mundial a mediados de siglo, otra cosa es que lo logren.

-¿Por qué no lo van a lograr?

-Es cierto que China ha dejado de ser la fábrica del mundo para competir como potencia tecnológica pero la ventaja de Estados Unidos es su 'hard power' o poder militar y económico y su 'soft power' como actor político global.

-Ahora podemos culpar a Donald Trump, que lo hace de forma más grosera y provocadora, pero la retirada de Estados Unidos de Europa ya la había iniciado Obama.

-Obama interpretó de forma muy correcta lo que es el pivote asiático y se dio cuenta de que el centro de gravedad del planeta estaba ya en el Pacífico, en el Estrecho de Malaca. Por eso empezó a hablar de la estrategia indo-pacífica. Lo que ha hecho Trump es debilitar el vínculo histórico con el Atlántico y también perjudicar a China.

-¿Qué está ocurriendo en el mundo en este momento de la historia en que Europa empieza a perder relevancia?

-Asistimos a un repliegue del mundo anglosajón contradictorio con su historia y el Brexit es claro ejemplo de ello al meter al Reino Unido en un total ensimismamiento para protegerse de la influencia exterior. Paradójicamente, tras la gran victoria de Occidente en la Guerra Fría vemos ahora que Europa pierde peso relativo por culpa de nuestra evolución demográfica y de su extensión.

- ¿Estamos pues ante un Occidente decadente frente a un Oriente pujante?

-Que Oriente es pujante por su crecimiento económico nadie lo duda. Estábamos acostumbrados a referirnos a ese Oriente como el Lejano o el Extremo Oriente y resulta que ahora es el centro y los que estamos en el extremo o lejos somos nosotros. Asistimos a un mundo postoccidental pero contamos con unos valores universales positivos entre los que se encuentran la democracia y la defensa de la economía de mercado. Esa es la síntesis neo-occidental que propugno.

-¿Está en crisis el Estado del bienestar y por eso la economía europea va a remolque y cada vez pintamos menos en el mundo?

-El Estado del bienestar no está aún en crisis pero tiene graves problemas de sostenibilidad y requiere reformas profundas y voluntad política.

-O sea, más recortes....

-Lo que necesitamos son políticas que fomenten la natalidad y una gestión inteligente de los flujos migratorios que permitan la sostenibilidad del Estado del bienestar. Eso sí, bajo el paraguas de la integración de esas personas que acojamos para que no se cuestione nuestra cohesión interna y de lugar a los populismos.

-¿Tiene Putin músculo en su intento de sacar pecho en el tablero global?

-Rusia tiene carencias objetivas para ser una potencia mundial pero sus dirigentes mantienen esa ambición.

-¿Qué tipo de carencias?

-El PIB de Rusia es ligeramente superior al de España y un poco inferior al de Italia. Tiene además 135 millones de habitantes pero un problema demográfico tremendo sobre todo por su mortalidad ligada al abuso de alcohol. Depende además mucho de las materias primas y de las exportaciones y carece de un tejido productivo fuerte y de capacidad tecnológica.

-¿Cómo afectará a Europa la presidencia de Trump que no quiere saber nada de nosotros?

-La debilitación del eje Atlántico es mala para Europa pero también para Estados Unidos. Separados no vamos a ser fuertes por lo que hay que reforzar nuestros vínculos y mirar a otras zonas geográficas, como América Latina.

-¿Cómo van a afectar al futuro de la UE el Gobierno de coalición de los extremistas de la Liga y 5 Estrellas en Italia y sus posiciones xenófobas y antieuropeas?

-Europa ha estado marcada tradicionalmente por Francia y Alemania que aunque con diferentes formas de entender Europa suelen encontrar siempre puntos en común. Junto a ellos estaban los pilares de España e Italia. Este último pilar se debilita así que solo quedamos nosotros y que vayamos en la misma dirección que Francia y Alemania es fundamental.

-¿Comienza a pinchar la ambición del presidente francés Macron de propiciar una mayor colaboración global que choca con la incomprensión de Merkel en el plano europeo y de Trump en América?

-Es que la vida es muy dura. Alemania tiene un gobierno débil desde el punto de vista del compromiso de la opinión pública pero llegará a acuerdos con Francia para avanzar. El papel de España puede ser fundamental al apoyar a Macron en sus propuestas sin que Alemania se sienta agraviada.

-¿Cómo se ve desde Cataluña el bosque global?

-Cataluña como tal no existe, existen los catalanes y hay una parte significativa que rechaza el mundo global y quiere empequeñecerse y separarse de los demás en una actitud incomprensible.

-¿Por qué se ha visto usted desenganchado del PP en un momento clave para el futuro de su comunidad?

-Hace 11 años que dejé la actividad política y lo único que me preocupa ahora es ver cómo podemos salir de una situación que nos ha llevado a una desgarradora división social y al empobrecimiento económico.

-¿Comparte la política de dureza con el proceso independentista de Ciudadanos que ha resultado ganadora en Cataluña dejando en evidencia al PSOE y al PP?

-Ciudadanos acertó al expresar lo que siente esa parte de la ciudadanía que necesitaba sentirse arropada. Fueron los que mejor interpretaron ese mensaje de los que no quieren la independencia.

-¿Es partidario de aplicar un artículo 155 más duro para normalizar la situación en Cataluña?

-Se tendría que haber aplicado antes y si se reactiva este artículo hay aspectos en los que debería de ser más contundente porque lo que ha hecho la corporación de medios de comunicación audiovisuales en Cataluña es insoportable.

-¿Contribuyen las proclamas racistas de Quim Torra a aclarar al mundo la realidad que subyace en el movimiento independentista?

-Eso sería lo deseable. Ya sabemos qué piensa el señor Torra y otros adalides del independentismo como la expresidenta del Parlament que pidió a Inés Arrimadas que volviese a Cádiz o el propio Pujol que le dijo a Borrell que aunque había nacido en Cataluña no era catalán.

-¿Por qué está fallando la colaboración entre la Justicia alemana y belga con la española para extraditar a los independentistas fugados?

-Porque hay mucho camino por recorrer para asumir un espacio judicial común que debe de basarse en la confianza mutua entre países.

-¿Qué se puede hacer aparte de recurrir a los tribunales de Justicia para devolver la normalidad a Cataluña?

-Hacer política entendida como la necesidad de convencer a los que votan a los independentistas que es mejor formar parte de España que entregarse a una aventura sin futuro.

-¿Cómo se ha llegado a esta situación?

-El nacionalismo catalán comenzó su construcción nacional a principios de 1980 con cuatro pilares: la educación, los medios de comunicación, el oscurecimiento de los símbolos españoles y un discurso contra España. Han pasado 40 años y si hubieran esperado una o dos generaciones más el proyecto independentista hubiese sido imparable pero se precipitaron al pensar que podían aprovecharse de forma desleal de un momento de debilidad de España por la crisis económica. Lanzaron la proclama de que había que huir del barco que se hundía, pero España salió a flote y ellos no cuentan ni con apoyo internacional.

-¿Dónde ha recibido más decepciones en la empresa privada (Vueling, OHL) o en la política con el PP?

-La vida está llena de decepciones y errores que nos ayudan a aprender y mejorar. Mi mejor época en la política fue como ministro de Asuntos Exteriores. La peor, mi paso por el Parlament porque ya se respiraba un ambiente muy incómodo.

-¿Ha hablado con Rajoy para darle su opinión sobre lo que ocurre en Cataluña?

-Eso forma parte de mi vida privada.

-¿Qué siente cuando ve a Rato, Zaplana y a otros compañeros de empresas detenidos por supuestos casos de corrupción?

-Pesar y tristeza porque he compartido muchos momentos con ellos pero no hay que discutir nunca las decisiones judiciales y hay que dejar a la policía y a la guardia civil que hagan su trabajo.