La Comunidad de Madrid celebró ayer su fiesta del Dos de Mayo con un tono institucional y frío, marcado por la ausencia de los que fueron sus últimos cuatro presidentes: Alberto Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre, Ignacio González y, la más significativa, la de Cristina Cifuentes, la dimisionaria más reciente. De los antiguo mandatarios regionales solo acudió el socialista Joaquín Leguina.

En la Real Casa de Correos, escenario de la celebración oficial, hubo lleno de invitados -convocados en su momento por la ahora expresidenta- al acto, que encabezó el presidente en funciones, Ángel Garrido, flanqueado por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal. Fueron la punta de lanza de una amplia representación del PP que trataba de salvar el clima de interinidad en que está sumida la Comunidad y reforzar la presencia pública del partido, que atraviesa momentos muy críticos. A la celebración no faltaron tampoco la alcaldesa Manuela Carmena ni el líder del PSOE, Pedro Sánchez.

Garrido trató de imprimir normalidad a la celebración institucional, que comenzó con la tradicional ofrenda en el cementerio de La Florida para rendir homenaje a los 43 caídos en el levantamiento de 1808 contra las fuerzas napoleónicas.

La fiesta sirvió para hacer más visibles las distancias entre el PSOE y Ciudadanos, que garantizan la continuidad del PP en el Gobierno madrileño. El líder del PSOE, Pedro Sánchez, reconoció el nulo "éxito" de sus contactos con el partido de Albert Rivera. Tampoco el portavoz socialista Ángel Gabilondo, candidato a sustituir a Cifuentes, consigue hablar con su homólogo de Ciudadanos, Ignacio Aguado. Íñigo Errejón, futuro candidato de Podemos, insiste en un "gabinete de transición" para sustituir al PP.