La reforma de la organización territorial de España puede acometerse sin introducir grandes cambios en la Constitución. En eso y en que ningún cambio de la Carta Magna puede acometerse desde fuera de ella coincidieron ayer los tres "padres" vivos del texto constitucional. Miguel Herrero de Miñón, José Pedro Pérez-Llorca y Miquel Roca comparecieron ayer, por ese orden, en la comisión parlamentaria que analiza el desarrollo del Estado autonómico.

Herrero se mostró contrario al federalismo, un concepto que considera polémico e indeterminado y que resultaría además costoso. En lugar de una reforma constitucional, el antiguo diputado conservador propone "hacer importantes mutaciones constitucionales" a través de acuerdos de los partidos. Esas modificaciones deben orientarse a suprimir los puntos de fricción entre el Estado y las autonomías, definiendo con claridad las competencias. Reconfigurar el Senado como una auténtica cámara territorial es otra de las propuestas de Herrero. En cualquier caso, "resulta impensable una reforma extralegal, paralegal, porque no sería reforma, sino ruptura y destrucción del orden constitucional", afirma Miguel Herrero.

El jurista José Pedro Pérez-Llorca, quien como diputado de la UCD fue uno de los siete ponentes de la Constitución Española de 1978, duda que se den las condiciones para abordar un cambio constitucional, algo que requiere de grandes dosis de consenso."La enseñanza fue el pecado original de la Constitución, nuestro gran error", reconoció Pérez-Llorca, quien considera un éxito el Estado autonómico aunque a lo largo de los años hubo deslealtades por parte del nacionalismo y también un fenómeno de emulación del resto de comunidades autónomas.

Miquel Roca, el ponente que representó a los nacionalistas catalanes en la redacción del texto constittucional, sostiene que existe "mucho margen" para acordar cambios "trascendentales" en el modelo territorial del país sin necesidad de reformar la Carta Magna. Bastaría para ello actuar sobre asuntos importantes, como la financiación autonómica y redefinir el Senado para que opere como un auténtico foro territorial. El diseño de la Cámara Alta fue la principal "equivocación" de quienes redactaron la Constitución, según Roca.

Roca defiende que "podríamos operar en el terreno de los gestos, los acentos, la proximidad, de los reconocimientos y de las sensibilidades. Pero "la Constitución tiene que respetarse en su integridad, no hay vías al margen de ella".