Villanueva de Sijena celebró ayer con cava aragonés el regreso de las obras del Monasterio de Sijena que se encontraban en el Museo Diocesano de Lérida, en litigio entre Cataluña y Aragón desde hace dos décadas. La alegría de los vecinos, que acogió con vítores la llegada del camión con la preciada carga, contrastó con la bronca que se produjo al salir de la capital ilerdense en medio de protestas y duras críticas de los partidos independentistas en plena campaña electoral. En el camión que dejó el Museo de Lleida faltaba uno de los 44 bienes reclamados por la Justicia, un lienzo del siglo XVIII cuyo paradero actual se desconoce.

El operativo se inició pasada la medianoche, aunque no fue hasta las 4.00 horas de la madrugada cuando los técnicos del Gobierno de Aragón, acompañados por un letrado de la institución, accedían al Museo, en donde aguardaban el director del centro y el equipo de conservadores.

Estos fueron señalando a sus colegas aragoneses dónde se encontraba cada uno de los bienes, tras lo que se procedió al embalaje y precinto de los mismos. Mientras, en el exterior, crecía el número de manifestantes opuestos a la decisión. Entre ellos había cargos de la CUP o el diputado nacional de ERC Joan Tardá.

La tensión se avivó cuando más de un centenar de personas trataron de acceder al perímetro vallado alrededor del Museo. Una barrera de decenas de Mossos lo impidió. Hacia las 9 de la mañana llegaron otras cinco furgonetas de antidisturbios, que se sumaron a la decena de vehículos policiales y decenas de agentes reunidos en la zona.Los concentrados reaccionaron a la acción de los Mossos con gritos como "no hace falta pegar" o "España nos trata como a perros". Los empleados del Museo, visiblemente emocionados, algunos incluso con lágrimas en los ojos, saludaron a los manifestantes.

Sepulcros del siglo XV únicos en el mundo, esculturas de alabastro de Gabriel Joly o tablas policromadas con más de tres siglos de antigüedad son parte de la historia de Aragón que guardaba el Monasterio y fueron vendidos a Cataluña. El conflicto se remonta a los años 80 y 90 del siglo pasado, cuando las hermanas sanjuanistas de la Orden de Malta, propietarias del cenobio, vendieron 97 obras de arte religioso a la Generalitat.