Cientos de miles de personas (unas 750.000, según la Policía municipal) llenaron ayer el centro de Barcelona para exigir la excarcelación de los presidentes de la ANC y Òmnium Cultural, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart, respectivamente, y de los ocho exconsejeros que están en prisión desde la semana pasada. Con una notable ausencia: la de la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, expresidenta de la ANC, a la que sus abogados recomendaron no acudir a la marcha.

La multitudinaria protesta, para la que las así llamadas entidades soberanistas fletaron más de 900 autocares desde varios puntos de Cataluña, llega en un momento de desconcierto en las filas independentistas, con la mayor parte del destituido Govern en la cárcel, otra parte refugiada en Bélgica para eludir la acción de la justicia, y giros copernicanos en las posturas (al menos ante el juez) de Forcadell y otros miembros de la Mesa del Parlament, que el viernes renunciaron a la vía unilateral y acataron la Constitución para no ingresar en prisión como los exconsejeros.

La marcha discurrió a lo largo de la calle de la Marina, nunca elegida hasta ahora para una demostración de fuerza del independentismo. La localización, sin embargo, permitió que la manifestación llegara casi hasta la misma línea del mar, y que pasara junto a la emblemática Sagrada Familia, uno de los lugares más visitados de la ciudad más turística de España.

En la cabecera de la marcha, dos enormes pancartas con los lemas "Libertad presos políticos" y "Somos república". Detrás, las caras más conocidas del soberanismo y los familiares de los políticos y activistas encarcelados. Todos, con los lazos amarillos "de la solidaridad" prendidos en la ropa.

Desde las cinco de la tarde, los manifestantes corearon gritos de "Puigdemont, nuestro presidente" o "Libertad presos políticos", numerosas banderas "esteladas" y pancartas con lemas como "Basta de humillaciones, basta de mentiras", "Exigimos respeto y dignidad", "Unidos más que nunca defenderemos nuestro gobierno legítimo" o "SOS Democracy".

Desde Bruselas, donde se ha refugiado, pero vía Twitter, Puigdemont animó a los asistentes y les agradeció que "iluminen el camino" a recorrer. "Sois nuestra fuerza", escribió el destituido presidente de la Generalitat.

Acudieron la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; el presidente de la Asociación Catalana de Municipios, Miquel Buch; la presidenta de la Asociación de Municipios por la Independencia, Neus Lloveras, además del presidente del PNV, Andoni Ortuzar o el ex secretario geneal de Podem Albano Dante Fachin.

Como anochecía, los manifestantes encendieron las linternas de sus teléfonos móviles y las enfocaron hacia el cielo para producir un efecto luminoso sobre la multitud.

Pasadas las 18.00 horas, en el escenario instalado al final de la marcha, familiares de los exconsejeros presos, así como de Sànchez y Cuixart, leyeron sus mensajes escritos desde las cárceles en las que se encuentran.

Los exmiembros del Govern encarcelados agradecieron el apoyo ciudadano recibido, y llamaron a la multitud a la unidad y a "no desfallecer" ante el Estado.

En su mensaje, Oriol Junqueras dijo que los exconsejeros son "cabezas de turco" del Estado para "advertir" a todos los independentistas de que "si no son sumisos y obedientes" les "arruinará" sus vidas.

La esposa de Josep Rull leyó una carta de su marido en la que subraya: "Se equivocan quienes creen que pueden encarcelar la voluntad democrática de un pueblo. Somos el gobierno legítimo porque lo decidieron los catalanes". Sin embargo, Rull y otros exconsejeros encarcelados pueden estar planteándose, por consejo de sus abogados, la posibilidad de seguir la ya denominada "vía Forcadell", consistente en presentar la declaración de independencia como un acto simbólico para poder salir de prisión.

El vicepresidente de la ANC, Agustí Alcoberro, y el portavoz de Òmnium, Marcel Mauri, reconocieron que el "camino" hacia la independencia será "largo". Aunque también "irreversible".