El presidente Puigdemont realizó ayer en el Parlament un ejercicio de ambigüedad extrema para evitar una declaración abierta de independencia. No hubo una proclamación expresa y, siempre al amparo de las leyes que pretenden dar cobertura a la consulta del primero de octubre pasado, el jefe del Ejecutivo se comprometió a seguir el mandato de las urnas pero pidió a la cámara suspender los efectos del referéndum y abrir un período de diálogo. La consecuencia inmediata fue la ruptura del bloque soberanista, con la acusación de traición desde el entorno la CUP y una enorme decepción entre las 30.000 personas que, en los alrededores del Parlament, esperaban ayer el anuncio formal de la república catalana.

Las discrepancias entre el bloque secesionista, sobre los términos y el alcance de la declaración que Puigdemont debía realizar ayer ante el Parlament, llegaron hasta las mismas puertas de la sesión, cuyo comienzo hubo de aplazarse algo más de una hora, en un intento infructuoso de consensuar un anuncio que dejara satisfechos a todos los sectores del independentismo. Tras la avalancha de llamamientos a Puigdemont desde instancias políticas, económicas e internacionales para que renunciara a una declaración unilateral de independencia, el PDeCAT se mostraba partidario de suavizar los términos de la proclamación, posición que generaba discrepancias en ERC y un rechazo abierto en la CUP. "Ni un paso atrás. Hoy toca proclamar la República", desafiaban en las redes sociales los representantes de la formación radical antes del inicio del pleno.

El presidente expuso en su intervención lo que considera un historial de agravios que ha llevado, a su juicio, a una mayoría de catalanes a pronunciarse en favor de la secesión. Tras afirmar en español que "no somos delincuentes, ni abducidos ni golpistas" y que "hay democracia más allá de la Constitución", el presidente de la Generalitat comenzó a acercarse a la parte más esperada de su discurso. "Las urnas dicen sí a la independencia y ese es el camino por el que estoy obligado a transitar", señaló. "Llegados a este momento histórico asumo, al presentarles los resultados del referéndum ante todos ustedes y ante nuestros conciudadanos, el mandato de que el pueblo de Cataluña se convierta en un Estado independiente en forma de república". "Esto es lo que hacemos con toda solemnidad", añadió para, a continuación, dar un giro que dejó en el aire la declaración. "Con la misma solemnidad, el Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada".

El primer efecto del pronunciamiento fue generar una gran confusión sobre el alcance de los términos. Las dudas comenzaron a despejarse al comprobar que los diputados de la CUP no aplaudían a Puigdemont al finalizar el discurso. En las intervenciones posteriores de la oposición, el líder de los socialistas catalanes, Miquel Iceta, resumió lo ocurrido al advertir a Puigdemont de que "no se puede suspender la declaración que no ha hecho". En términos similares, fuentes del Ejecutivo de Mariano Rajoy consideraban inadmisible "hacer una declaración implícita de independencia para luego dejarla en suspenso de manera explícita". Por si quedaba alguna duda, la portavoz de la CUP, Anna Gabriel, mostró la decepción de su grupo por la tibieza de Puigdemont. Dejó constancia así de la fractura del bloque soberanista del Parlament. Para atenuar el impacto de esa ruptura los diputados de Junts pel Sí (JxSí) y la CUP firmaron horas después de finalizada la sesión una "declaración de los representantes de Cataluña" en la que se comprometen a la proclamación de la República. Pese a ese pronunciamiento, diputados de la CUP anunciaron posteriormente su intención de abandonar el Parlament hasta que no se produzca una declaración formal de la república catalana, decisión que dejaría en minoría en la cámara al bloque soberanista. La organización juvenil Arran, un satélite de la CUP, dejaba constancia de la decepción en los sectores más radicales del independentismo al califica de "traición inadmisible" la intervención de Puigdemont.

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural, dos de las entidades soberanistas más activas en las movilizaciones en la calle, se mostraban ayer satisfechas con la intervención de Puigemont. Para Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, responsables de ambas asociaciones, lo que ocurrió ayer fue "un anuncio inequívoco de proclamación del Estado catalán" acompañado de una "decisión enormemente responsable" al suspender sus efectos para solicitar mediación internacional. Òmnium reclama a Puigdemont que ponga límite al tiempo abierto a la negociación. La Guardia Civil pidió a la Audiencia Nacional que ordene el bloqueo de las cuentas de ambas entidades por la causa abierta por sedición contra sus dirigentes.