La respuesta a los atentados de Barcelona y Cambrils de hace diez días que le costaron la vida a 16 personas centraron la apertura del curso político que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, realizó ayer en Cerdedo-Cotobade. Allí llegó un día después de participar en la concentración de medio millón de personas en la Ciudad Condal en compañía del Rey Felipe VI, las autoridades catalanas y cargos como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. Los silbidos hacia el monarca y el Ejecutivo robaron parte del protagonismo al acto de repulsa al terror yihadista. Rajoy respondió: "fuimos a darle nuestro apoyo y solidaridad [a los catalanes] y las afrentas de algunos no las hemos escuchado". Despachada la referencia a los abucheos, reclamó unidad política, pero también "coordinación policial" frente al terrorismo.

El nuevo curso estaba marcado antes de los atentados por Cataluña y la convocatoria del referéndum independentista impulsado por la Generalitat para el 1 de octubre. A pesar de que el Ejecutivo catalán mantiene su intención de convocar la consulta, Rajoy reiteró en el acto del PP de ayer el mensaje de los últimos meses sin detalles. "Me gustaría que algunos responsables renunciaran a sus planes de ruptura y radicalidad, pero esa decisión no está en nuestras manos. En ellas está defender la soberanía española, la Constitución y la legalidad en Cataluña, su Estatuto [...]. Que no os quede la menor duda de que así lo hará el Gobierno de España", expuso ante medio millar de personas, entre las que estaban la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y el ministro de Justicia, Rafael Catalá, entre otros cargos. Mientras, el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, aseguró que negociará la "ruptura" si vence el "Sí" el 1-O.

El plan soberanista era el eje político estatal hasta hace días Los atentados lo situaron en segundo plano, aunque los silbidos de la manifestación en Barcelona mezclaron ambas cuestiones e incluso algún cargo del PP llegó a tacharla en privado de "encerrona" por parte del independentismo.

"Estuvimos donde tuvimos que estar y orgullosos también de que estuviese el jefe del Estado. Nuestro apoyo a las víctimas del terrorismo y solidaridad con los catalanes respetuosos y moderados, que son la inmensa mayoría", reivindicó tras referirse, de forma implícita, a los abucheos. "Algunas polémicas rancias que nada aportan a la convivencia pasarán al olvido", deslizó el líder del PP.

Rajoy comenzó su intervención recordando a las víctimas y transmitiéndoles a sus familiares el apoyo del Ejecutivo y de la sociedad española antes de plantear las dos claves de su mensaje: unidad y adaptación. "Haremos todo lo que esté en nuestras manos para preservar la unidad frente al terrorismo. En la lucha contra el terrorismo aparcar las diferencias nos hace grandes. Nadie ha logrado vencer el terrorismo solo. La unidad de los demócratas es el mayor enemigo del terror", declaró después de la CUP criticase al Rey por su viaje a Arabia Saudí, señalada como financiadora del ISIS.

En lo relativo a la adaptación, quiso abortar la controversia entre la coordinación entre los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y los Mossos d'Esquadra. "Las víctimas nos quieren unidos y los terroristas nos quieren desunidos", inició para señalar la necesidad de "unidad" para permitir a "jueces, policías y fiscales hacer su trabajo". "Si los asesinos cambian de hábitos, debemos hacer lo mismo con las herramientas del Estado de Derecho", añadió.

La gestión económica, la turismofobia -"quienes van contra el turismo son los mismos radicales y extremistas que solo saben hablar de fronteras en un mundo que tiene cada vez menos", criticó- y el guiño a Galicia acapararon el final de su intervención. "En 2019 llegaremos a los 20 millones de españoles trabajando", anunció sobre una promesa electoral para 2020, al tiempo que pidió apoyo para los presupuestos de 2018. También llamó a las bases del PPdeG a sumar afiliados de cara a las municipales de 2019. "Coged a los buenos, los otros están otro sitio", bromeó sobre la oposición, a pesar de los escándalos de corrupción en sus propias filas durante los últimos años. Finalmente cerró su discurso con una referencia que bien podría valer para el manido tema de su relevo: "la palabra cansarse no existe en este partido".