Vivió tan de cerca el dolor de las víctimas, que Pablo Feito Martínez se siente roto por dentro. Es médico residente en el Hospital del Mar, el centro barcelonés adonde llegaron la tarde del jueves parte de los heridos en el ataque terrorista de Las Ramblas. El residente, de 25 años, asegura que lo que más le sorprendió fue "la rápida disposición" de sus compañeros para ayudar a decenas de personas golpeadas por el horror. "Todo el mundo estaba dispuesto a trabajar en lo que fuera necesario", cuenta el joven doctor, que considera que todavía "hace falta tiempo" para asimilar el ataque islamista.

"La gente aún no se lo cree, yo pienso que para la mayoría fue un shock importante. Hay historias muy, muy duras y familias destrozadas. Cuando estás ahí, en primera persona, y lo ves desde tan cerca, digamos que lo vives con mayor intensidad. De alguna manera formas también parte de ello", expresa. Pablo Feito García, que realiza la especialidad de traumatología en el hospital catalán, estuvo de guardia el día después de la masacre. "Como estoy en el primer año de residencia aún no puedo entrar en el quirófano, pero sé que se operaron al menos diez heridos de diferentes fracturas. Se hicieron todas entre la misma noche del atentado y a lo largo del día y la noche siguientes", explica.

Aun así, vivió las consecuencias del ataque terrorista: "El viernes se notó mucho la falta de pacientes en urgencias. Me imagino que por miedo la gente no saldría de casa y solo llegaban cosas importantes y serias". Durante el goteo de visitas a los enfermos por parte de autoridades, como la alcaldesa de Barcelona Ada Colau y el presidente de Cataluña Carlos Puigdemont, y de los Reyes de España, el asturiano estuvo trabajando en el hospital, aunque no consiguió verlos. "Estaba en urgencias, pero por allí no pasaron", apunta.

El día del atropello mortal en las Ramblas, Pablo Feito se encontraba en casa de descanso y no dudó en salir a la calle para socorrer a las víctimas. Lo hizo junto a su compañera de piso, la también médica Silvia González. Desde Tetuán, donde ambos residen, llegaron caminando a plaza Cataluña. Allí estuvieron cerca de veinte minutos encerrados en una cafetería en plena operación policial. En medio del pánico, Feito recibió un mensaje de Whatsapp del Hospital del Mar reclamando apoyo sanitario. Ninguno de los dos dudaron en echar una mano. "En mi servicio por ejemplo, en una guardia normal somos un adjunto y dos residentes. Pues bien, cuando yo llegué al hospital el día del atentado ya habían llegado otros tres adjuntos fuera de su horario de trabajo y varios residentes para apoyar y dar soporte rápidamente en todo. Y lo mismo pasó con el resto de especialidades. Todo el mundo estaba dispuesto a trabajar en lo que fuera necesario y creo que eso redundó en un trato muy efectivo para los pacientes, que se convirtió en una prioridad", concluye Feito.